Recibí sexo oral lésbico con la hija de la criada y me puso muy cachondo. Mi nombre es Carol, tengo 32 años, trabajo en un banco y tengo un esposo y un hijo. Amo a mi familia, amo mi trabajo, pero confieso que últimamente todo ha estado muy ocupado. Para conseguir el ascenso a gerente tuve que trabajar aún más duro, y eso me estresó un poco. Para colmo, mi esposo estaba teniendo una aventura con una antigua novia.
Hizo esto porque mi falta de tiempo lo estaba dejando sin sexo. Confieso que parte de esta culpa es mía. Y después de años mi vida se estaba convirtiendo en un caos perfecto. Hasta que entró Maíra, una joven morena de apenas 19 años, hija de Lucía, la mujer que trabaja aquí en casa, limpiando y haciéndonos la comida. Es una mujer joven como yo, enfocada en lo que quiere y le gusta mucho estudiar. Al ver esto decidí ayudarla.
En mi época nadie me ayudaba y era todo muy difícil. Entonces decidí ayudar a Maíra y le pasé mis libros de estudio. Y un día estaba en mi habitación descansando, tenía un dolor de cabeza muy fuerte y volví temprano del trabajo. Maíra entró en la habitación para agradecerme y devolverme unos libros que ya había terminado de leer. Se sentó a mi lado en la cama, empezamos a hablar y notó que yo estaba muy tenso y cansado.
Entonces ella me ofreció un masaje y decidí tomarlo. Dijo que ya había tomado un curso y que yo estaba visiblemente muy tenso y que el masaje ayudaría en este caso. Así que solo estaba en mis bragas, ella tomó una crema corporal que tenía y comenzó a frotarme y masajearme. Ella realmente sabía lo que estaba haciendo y comencé a sentirme muy relajado. Y sentí esas manos por todo mi cuerpo, de repente sentí unos dedos en mi coño.
Era Maíra, tenía un secreto, le gustaban las mujeres y en ese momento no pudo resistirse a verme en ropa interior. Su masaje dejo de ser de cuerpo completo y paso a ser solo mi coñito y me gusto. La dejé continuar hasta que me quitó las bragas y en lugar de usar sus manos comenzó a masajearme con la boca. Ella me chupaba el coño y yo me excitaba mucho, me retorcía en la cama y ella me chupaba intensamente.
Fue una sensación muy buena y le pedí que continuara porque era muy buena. La traviesa estaba acariciando mis pechos mientras chupaba mi coño sin frescura. Estaba sintiendo un enorme placer y mi coño ya estaba todo mojado. Hasta que terminé corriéndome y di un fuerte grito de cachonda. Hice muy feliz a Maíra y después de ese día, todas las tardes después de llegar a casa del trabajo, ella iba a mi habitación. Y me relajé con la boca de esta hermosa jovencita traviesa.
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