Fui al trabajo de su marido y follamos caliente. Una experiencia loca que lo dejó cachondo sin rumbo fijo. Él no esperaba esto y terminé tomándolo por sorpresa y dándole este increíble regalo. Mi marido es director de una empresa y por eso trabaja mucho. Siempre llega a casa muy cansado y muchas veces no tiene la energía para tener buen sexo conmigo por la noche, ya que trabaja demasiado. Antes, cuando era más joven, tenía más energía y podía tener sexo caliente después del trabajo.
Pero hoy, a los 54 años, ya no tiene la energía que tenía hace años. De esa manera estaba insatisfecha y tampoco quería engañarlo porque me trata como una reina. Y además, nunca me engañó, porque está totalmente enamorado de mí. Y sabe que tiene ese defecto de no poder darme placer como antes debido a su trabajo. Lo bueno es que en unos años se jubila y podemos follar todo el día todos los días de la semana.
Como tenía muchas ganas de solucionar esta situación, decidí hacer un pedido drástico. Me puse una lencería de encaje preciosa, muy provocativa, la que más le gusta verme a mi marido. Así que me puse un vestido largo encima y fui a la empresa donde trabaja mi marido. Como es el director, tiene una habitación solo para él y por eso pudimos sentirnos más cómodos. Le dije que tenía un asunto muy importante que tratar y que no podía esperar a que llegara a casa del trabajo.
Estaba muy preocupado y me dijo que fuera allí de inmediato. Cuando llegué estaba muy ansioso porque pensaba que yo tenía un problema serio que resolver. Dije que teníamos que cerrar las cortinas para que nadie pudiera vernos, y eso lo preocupó aún más. Así que comencé a quitarme el vestido y mostrar mi lencería dejando al bastardo confundido y emocionado. Esbozó una sonrisa cuando le dije que el problema era que necesitaba un pene en mi vagina.
Se levantó de su silla y vino hacia mí dándome un beso muy sabroso. Me agarró del pelo y me arrojó sobre el sofá de su sala. Dijo que resolvería mi problema, puso mis bragas a un lado y me chupó muy sabroso. Luego sacó su polla gruesa y dura y comenzó a penetrarme sabroso y casi gemí en voz alta. Su polla entraba más y más fuerte y seguía diciendo que podía hacer esto cada vez que le encantaba.
Se sentó en el sofá y subí las escaleras rodando caliente sobre su pene. Nos besamos caliente en la boca mientras me golpeaba el culo y me penetraba muy fuerte. Fue una sensación muy placentera ser penetrada por mi esposo en su lugar de trabajo. Y a él también le encantó esta experiencia, y el chico travieso se corrió en mi coño y me hizo disfrutar intensamente. Después de follar me vestí y llegué a casa y él volvió del trabajo feliz. El otro día me llamó a media tarde y me dijo que quería repetir la dosis, me puse la misma lencería y volví a su trabajo a follar caliente.
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