Soy cocinera y me follé a 4 sobrinos de mi jefe. Fue muy agradable y también rentable para mí, porque gané mucho dinero con estos jóvenes. Mi nombre es Rosalía, tengo 39 años y trabajo como cocinera para una familia adinerada aquí en Guadalajara. En esta enorme casa donde trabajo viven un par de médicos. Seu Joaquim y su mujer María son médicos importantes aquí. Por eso son muy ricos y me encanta trabajar para ellos.
Son grandes jefes, me pagan un buen salario y aun cuando yo o mi esposo e hijos estamos enfermos, nos cuidan y no cobran nada por ello. Además de mis jefes, está Santoro, su hijo, un jovencito de 18 años muy cachondo. Sigue poniendo su mano sobre mí, porque tengo un trasero muy grande y caliente. Insistió tanto que un día terminé teniendo sexo con él. Incluso escribí aquí sobre el día que tuve sexo con este joven.
Pero un día quiso que sus primos también tuvieran esta experiencia. Y un día mi jefe viajó a una reunión de trabajo y me dejó sola con su hijo y 3 sobrinos más. Jonas, Lucca y Pablo, además de eso, todavía tenía a su hijo. El joven Santoro les dijo a sus primos que tenía buen sexo, pero que me tendrían que pagar. Inmediatamente dije que no haría eso, nunca había participado en una suruba.
Pero entonces Santoro me dijo la cantidad que me pagaría cada uno de sus primos. En ese momento terminé de emocionarme, porque cada uno recibiría 200 dólares por mi esfuerzo. Así que acepté, como mis jefes no volverían ese día podía aprovechar para follar y ganar dinero. Y como los jóvenes eran hermosos, los follaría a todos calientes. Primero recibí dinero de cada uno de ellos, luego se sentaron en el sofá de la sala y comencé a quitarme el uniforme.
Dejé muy excitados a los cabrones y después le chupé la polla a los 4 jóvenes dejándolos locos de lujuria. Hicieron un todo a mi alrededor y yo estaba chupando a los traviesos mientras me tomaban los pechos y el culo. Luego me puse a cuatro patas y cada uno de los jóvenes penetró mi coño. Y mientras yo le chupaba la polla a uno de ellos los otros iban penetrando mi coño. No dejé que me penetraran el culo, porque de lo contrario me dolería mucho y no podría ni volver a casa. Y como tengo marido, él no podía sospechar nada.
Yo también estaba sentado en la polla de cada uno de ellos, mientras estaba sentado estaba masturbándome con los demás. Cada uno de ellos podría penetrar mi coño, y no voy a mentir, dolía como el infierno. Pero como ya había tomado su dinero, tendría que aguantar. Y así conseguí que cada uno de los jóvenes disfrutara de un buen rato, me ensucie todo y hasta tuve que ducharme. Ese día cuando llegué a casa escondí el dinero y me fui a dormir, estaba todo lastimado, pero gané un buen dinero.
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