Mi esposo se durmió y yo me fui a follar a su hermano. Un joven travieso llamado Matias, solo tiene 18 años, vive aquí en su casa desde hace solo 2 semanas. Mi esposo necesitaba que alguien lo ayudara, él trabaja construyendo casas y necesitaba más personas en su equipo. Así que llamó al hermano menor para que viviera aquí en Tijuana y tuviera un trabajo como obrero de la construcción. Aceptó y pronto llegó a casa donde se quedaría unos meses hasta encontrar un lugar.
Acepté que se quedara aquí con nosotros porque es un buen tipo. Además, es hermoso, muy sabroso y nuevo, tal como me gusta. Como mi esposo trabaja con un trabajo muy pesado, no siempre puede volver a casa lleno de energía. De esa manera termino sin tener sexo muchos días a la semana y eso me molesta mucho. Pero han pasado como 6 meses desde que comencé a engañarlo, siempre encuentro a un joven en el barrio.
Como todavía soy una morenaza de culo grande, varios hombres me quieren. Y como mi esposo no me está follando bien, tuve que engañarlo. Pero no lo hago todo el tiempo, solo una vez a la semana me basta, y todo muy discretamente. Pero Matías me estaba volviendo loco de deseo y lujuria. Debido a que estaba muy bueno y vivía en la misma casa que yo, este joven me estaba excitando.
Empecé a verlo ducharse, siempre miraba por el ojo de la cerradura de la puerta y lo veía todo caliente sin ropa. Su gran polla me puso locamente cachonda, y un día lo vi en el dormitorio masturbándose. Estaba viendo porno mientras acariciaba su enorme polla. En ese momento no me pude resistir, mi esposo ya estaba durmiendo y decidí abrir la puerta de la habitación de Matías. Se sobresaltó, pero cerré la puerta y me acerqué a él.
Estaba sosteniendo su pene grande y sabroso y estaba haciendo un masaje. Me miró sin decir nada, todavía medio sorprendido y asustado. Le dije que se calmara y comencé a chuparle la polla, en ese momento se empezó a relajar, se acostó en la cama y me dejó continuar. Luego me desnudé y comencé a sentarme en el pene de Matías, me besaba en la boca y me apretaba el culo. Me llamó puta caliente y dijo que me daría mucho placer.
Era todo lo que quería, no tener que salir de casa para tener sexo. Me senté con fuerza sobre la polla del joven, quería que se enamorara de mí. Después de sentarme me puse a cuatro patas, y el joven me estaba penetrando el coño con más fuerza aún, así terminé corriéndome y poco después él también. Me dejó toda sucia y bien satisfecha, juró guardar el secreto y dijo que lo quería de nuevo. Después de esa noche, siempre estoy visitando a mi cuñado caliente con la polla enorme.
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