Nunca antes había practicado sexo con un hombre mayor. Estaba muy nerviosa porque no sabía qué esperar. Pero cuando lo vi por primera vez, se me aceleró el corazón. Estaba pulcro y bien peinado, y cuando me cogió por la cintura y me besó, mi cuerpo se derritió.
Le seguí hasta el dormitorio, mi cuerpo temblaba de excitación porque sabía que lo que estaba a punto de ocurrir iba a ser intenso. Me besó con tanta pasión que sentí cómo mi cuerpo se estremecía con sus delicadas manos. Me miró fijamente con una mirada de lujuria e instintivamente mi cuerpo se acercó, deseoso de más contacto.
Me empujó sobre la cama y empezó a desnudarme, besando y mordisqueando mi piel con su cálida boca. Me sentí completamente expuesta, pero no pude controlar mis sollozos de placer mientras me lamía, chupaba y besaba.
Me puso a cuatro patas y empezó a penetrarme. Sentí toda su fuerza y energía penetrándome, y mi cuerpo temblaba de deseo. Me sujetó las nalgas y empezó a penetrarme con más fuerza, haciéndome soltar fuertes gemidos.
Sentía que mi cuerpo se estremecía y mi clítoris temblaba con cada embestida. Me agarró por la cintura y empezó a penetrarme con más fuerza, haciéndome sentir el más intenso de los placeres. Mi cuerpo ardía y no podía controlarme.
Aceleró el ritmo, haciéndome correr en una explosión de emoción. Mi cuerpo temblaba de deseo y no podía dejar de gemir. Aceleró aún más el ritmo, haciéndome sentir el más intenso de los placeres. Mi cuerpo ardía y no podía controlarme.
Me sujetó por los hombros y empezó a penetrarme con más fuerza. Yo gemía cada vez más fuerte y mi cuerpo temblaba de placer. Me penetró tan fuerte que sentí que mi cuerpo explotaba de deseo. Quería más y más y más.
Me sujetó por los hombros y empezó a penetrarme con más fuerza. Yo gemía cada vez más fuerte y mi cuerpo temblaba de placer. Me penetró tan fuerte que sentí que mi coño se estremecía y soltaba un chorro caliente. Sentí que mi cuerpo explotaba de deseo y no pude controlarme.
No pude contenerme más y me entregué al sexo con un viejo. Me penetró cada vez más profundamente, haciéndome sentir el más intenso de los placeres. Me abrazó con fuerza mientras yo dejaba escapar escandalosos gemidos de placer.
Sentía mi cuerpo estremecerse y mi clítoris temblar con cada embestida. Me penetró cada vez más profundamente y mi cuerpo se estremeció cuando me corrí. No podía contenerme y todo mi cuerpo ardía.
El sexo con un viejo era más intenso de lo que había imaginado. Me sentí completamente expuesta y libre. Me entregué completamente al sexo con un viejo y nunca olvidaré este momento.
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