Mi nombre es Mauricio, tengo 28 años y recién me gradué de profesor de educación física y ya conseguí trabajo en una escuela privada aquí en la Ciudad de México. Y el primer día de clases puse muy inquietas a las jóvenes. Eso es porque todavía soy joven, guapo y tengo un cuerpo tonificado porque trabajo duro en el gimnasio todos los días. Y como enseño educación física, uso camisetas donde las jóvenes pueden ver lo fuerte que soy. Y una joven estudiante llamada Marisa me quitó la paz por completo y me hizo perder por completo mi profesionalismo. Dentro de una semana de trabajo ya estaba siendo imprudente y estaba teniendo sexo con uno de los estudiantes. Eso es porque la nueva provocación no me dejó en paz.
Marisa ya tenía 18 años y el segundo día de clases acudió con un outfit muy provocativo. Realmente no conocía la escuela, pero después de hacer ejercicio, todos se fueron a duchar al vestuario. Y Marisa se demoró mucho ahí, ya se habían ido todos los alumnos al salón porque ya se estaba dando la otra clase y yo decidí ir a verla. Grité su nombre desde la puerta preguntando si todo estaba bien y ella dijo que no y que estaba en peligro. Entré corriendo al vestuario de mujeres y cuando vi que Marisa estaba desnuda, tiró la toalla al suelo en cuanto me vio.
Me volví loco y enseguida se me subió la polla porque era una jovencita muy caliente y guapísima. Y yo seguía con mi cuerpecito todo mojado y eso me emocionaba mucho. Ella me llamó y no pude resistirme, me acerque a ella y le di un lindo beso a esta deliciosa jovencita. Me abrazó y me pidió que empezara a chupar sus pechos húmedos. Y caí en mi boca chupando esos deliciosos pechos y Marisa ya me estaba sacando el rabo para darme un pecho muy caliente haciéndome enloquecer de lujuria. Y estuve a punto de cometer una gran violación a mi profesión que es tener sexo con estudiantes.
Y yo estaba lamiendo esas tetas calientes de Jovem Marisa mientras ella me hacía una paja muy caliente. Puso la toalla en el piso y cerró la puerta del baño con una silla y una mesa al lado y eso retrasaría a cualquiera que intentara entrar allí. Y ella se acostó ahí y me quité toda la ropa y comencé a chuparle las tetas y luego bajé hasta llegar al coñito depilado y húmedo que tiene la hermosa joven. Y yo estaba encantada y le chupaba el coño cada vez con más fuerza y le iba metiendo el dedo también para excitarla aún más.
Y la nueva provocación me volvió loca de lujuria. Ella gimió y se retorció en el suelo y me llamó profesor travieso. Me pidió que me acostara y dijo que se sentiría bien con mi pene. Hice lo que me pidió y luego esta joven se subió a mi polla y comenzó a montar como si yo fuera realmente un caballo y me estuviera domando. Y la traviesa se sentó y tomó mi mano y la puso sobre sus senos pidiéndome que la apretara bien fuerte. Y ella se ponía más y más caliente y me llamaba bastardo y yo le abofeteaba y le agarraba las tetas perfectas.
Y el nuevo provocador quería provocar aún más poniéndose a cuatro patas y pidiéndome más polla en el coño. Y ella consiguió lo que quería, porque la penetré de buena gana. Le dio suaves palmadas en el culo para no hacer mucho ruido y fue penetrando con fuerza el caliente y húmedo coño de la joven. Y esta pequeña traviesa estaba acariciando el coño y terminó corriéndose y cayendo al suelo, en ese momento yo estaba preocupada pero luego se levantó y dijo que estaba bien. Me dijo que tuvo un súper orgasmo y que se suponía que debía seguir penetrando su coño porque quería que yo también me corriera. No volví a tener sexo con ella porque recibí una advertencia de otra profesora que se enteró, porque la nueva estaba demasiado boquiabierta y le dijo a sus amigas lo que hicimos.
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