Llevaba mucho tiempo deseando acostarme con una mujer madura. Mi curiosidad me llevaba a buscar mujeres mayores que yo en aplicaciones de citas. Tenía 19 años cuando me enamoré de una mujer que rondaba los 40, y desde entonces me sentí totalmente atraído por ellas. Me sentía poderoso cuando estaba con una mujer madura, sentía que podía hacer cualquier cosa y ella me aceptaría. Finalmente encontré una mujer madura que estaba interesada en mí. Se llamaba María y tenía 45 años.
Concertamos una cita y fuimos a un restaurante. Yo estaba nervioso, pero ella me tranquilizó con su sonrisa. Era muy guapa y me encantó. Hablamos durante horas sobre nuestros intereses y me sentí muy relajado con ella.
Después de cenar, fuimos a su casa. Yo estaba ansioso por experimentar a un joven follando con una mujer madura. Cuando entramos en la casa, la besé con gran pasión. Ella me devolvió el beso y tiró de mí hacia el sofá. Me quitó la camiseta y empezó a besarme el cuello. Yo ya estaba excitado por esta mujer madura.
Luego se quitó la ropa y me arrodillé delante de ella para admirar su cuerpo. Tenía un cuerpo precioso, y sus pechos eran grandes y suaves. Besé todo su cuerpo, lamiendo sus pechos y su vientre. Ella gimió de placer mientras la besaba. Luego subí y empecé a besarle la boca otra vez.
La puse boca arriba y empecé a besarle el cuello, mientras deslizaba la mano hacia abajo y encontraba su coño. Estaba mojado y empecé a acariciárselo con los dedos. Ella gemía y se retorcía de placer. Con la otra mano subí y abrí su pecho para poder morderlo. A ella le gustó y empezó a hacer movimientos de vaivén con la cintura para estimularme aún más.
Me aparté un momento para quitarme la ropa y ella me tiró encima. Me tumbé encima de ella y empecé a besarle el cuello. Me abrazó con fuerza y me dijo que quería que me la follara. Yo estaba excitado, empecé a moverme dentro de ella, mientras le besaba los labios y los hombros. Estaba haciendo que un joven se follara a una mujer madura.
Ella gimió fuerte y empezó a moverse conmigo, tirando de mi cuerpo hacia ella. Yo estaba alucinando del placer que estaba sintiendo. Aumenté la velocidad y ella empezó a gritar de placer. Entonces me agarró por la espalda y me apretó con fuerza. Ella se corrió y yo también.
Cuando nos recuperamos, nos tumbamos uno al lado del otro y empezamos a besarnos. Fue la experiencia sexual más intensa que he tenido nunca. Todavía estoy en éxtasis con lo que pasó. Me sentí tan poderosa haciendo de joven follando con una mujer madura. Fue una experiencia única que nunca olvidaré.
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