Me encanta intercambiar mamadas con mi cuñada lesbiana. Hoy vas a leer un relato de sexo lésbico muy caliente e intenso escrito por mi cuñada Isabel y yo. Ella es una bella rubia dueña de unos pechos perfectos, grandes y bien redondeados. Como mi hermano es guapo y rico, no podría tener menos que eso. Angela, una maravillosa rubia que me mueve mucho y no me pude resistir. Mi nombre es Luna, solo tengo 20 años y vivo con mi hermano aquí en Nuevo México desde hace unos 3 meses.
Como yo también soy una joven bonita, trabajo como modelo y me voy a pasar seis meses aquí en el pueblo de mi hermano. Luego me iré a los Estados Unidos para intentar mi carrera como modelo allí. Pero te extrañaré mucho porque mi cuñada es realmente deliciosa. Y como soy adicta a las mamadas de coño, el de ella es el mejor, el más caliente y el más bonito. Ahora te contaré todo sobre ese día, cuando tuvimos nuestra primera relación sexual.
Para que mi hermano tenga tanto dinero y esté bien, necesita trabajar mucho. Para que su empresa siga generando beneficios, se queda casi todo el día y toda la noche en la empresa. Regresa solo más tarde y siempre sin energía. Empecé a notar sus peleas, y vi que siempre era por la misma razón. La ausencia de mi hermano, además de no parar en casa no estaba teniendo sexo con su esposa, y ella extrañaba mucho eso.
Un día los vi pelear nuevamente y mi hermano se fue a trabajar. Mi cuñada se quedó llorando en la habitación y yo fui a hablar con ella. Logré mantenerla tranquila y nos abrazamos y mi error fue abrazarla. Porque mi cuñada estaba usando un traje muy corto y me emocionó mucho. Terminé besando a mi cuñada en la boca y le gustó. Como llevaba días sin tener relaciones sexuales, estaba sumamente emocionada.
No pude parar y comencé a quitarle el camisón y vi esos enormes pechos frente a mí. No pude parar y comencé a chuparlas con ganas, me ahogué en los enormes pechos de mi cuñada. Me estaba quitando la ropa y diciendo que era la primera vez que tenía sexo lésbico. La tiré toda excitada sobre la cama desnuda y comencé a chuparle el coño y le dije que la iba a hacer gozar muy rico. Estaba chupando y metiendo los dedos en su coño y también en su culo.
La traviesa estaba locamente cachonda y gemía y se retorcía en la cama. Me puse encima de ella y comencé a frotar mi coño contra su coño y la niña traviesa gemía de lujuria. Ella me llamó hermosa y me pidió que siguiera besándonos y yo seguía besando sus pechos hasta que ella se corrió y comenzó a gritar de lujuria. Ella realmente necesitaba tener sexo, terminé corriéndome también y luego nos acostamos en la cama. Estuvimos pensando en ello por un tiempo y ella se pasó de la raya y tuve que tener sexo con ella por segunda vez. Y hasta el momento en que me quedé allí, éramos buenos amantes.
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