Te voy a contar cómo acabé teniendo sexo con una deliciosa gorda virgen a la fuerza. Me llamo Juan, trabajo en el restaurante de mi padre y hay una gorda deliciosa que se llama Beatriz. Está gorda, pero tiene una cara preciosa, unos pechos muy bonitos y un culo gigante. Y me pongo muy cachondo con esta deliciosa jovencita. Pero ella no quiere nada conmigo, tiene novio y siempre me dice que siempre le será fiel.
Un día mi padre viajó y me dejó a cargo del restaurante. Y soy responsable de que todos los empleados vuelvan a casa sanos y salvos. Y ese día le pedí a Beatriz si podía hacer una hora extra y ayudarme con las cuentas y la cuestión de ver la compra para el día siguiente. Dije que estaba nerviosa porque nunca había estado allí sin mi padre. Y ella entendió la situación en la que me encontraba y decidió ayudarme y dijo que se quedaría hasta tarde.
Así que llevé a todos los demás empleados a sus casas y volví a cerrar la caja del restaurante para ver qué productos tendríamos que comprar mañana. Y cuando volví mi polla ya estaba muy dura porque no había nadie en el restaurante excepto yo y Beatriz y traté de aprovechar esta oportunidad. La abracé y ella intentó alejarse y yo la agarré e intenté quitarle la ropa. Se asustó y no perdí tiempo.
Y la virgen gorda trató de escapar pero yo era mucho más fuerte y le estaba rompiendo la ropa. Para que no se asustara demasiado, abrí la caja registradora del restaurante y le di todo el dinero del día. Realmente era mucho dinero, me preguntó si mi padre se había enterado y le iba a decir que me habían robado esa noche. Como eso ocurría de vez en cuando no se peleaba conmigo. Y eso hizo que la gordita traviesa se calmara, vio tanto dinero en mis manos y dijo que lo aceptaría.
Pero me reveló que había un problema, era virgen. Con sólo 18 años aún no había tenido sexo, y eso me puso aún más cachondo. Le dije que no habría ningún problema y que disfrutaría mucho de esta primera vez teniendo sexo. Y empecé a besarla y a quitarle toda la ropa. La besé en la boca y chupé sus grandes y hermosos pechos. Después le pedí que se arrodillara y el travieso me hizo un sexo oral intenso y sabroso.
Y llegó el momento de penetrar su coño y la gorda virgen se acostó encima de una de las mesas. Ella estaba con las piernas abiertas y yo le penetraba el coño muy lentamente. Acaricié sus grandes pechos y pasé mis manos por su bonita carita. La joven safadinha gemía de dolor y también de placer y seguía pidiendo más polla en su coño. Y yo hice disfrutar a esta hermosa ninfetinha que terminó perdiendo su virginidad en el trabajo. Era demasiado sabroso y travieso después de que quería sexo todos los días.
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