He disfrutado dejando a mi sobrina chupándomela en un sexo lésbico intenso y realizado sin florituras por nosotras 2. Me llamo Rosalía y soy una mujer madura de 38 años que recientemente se ha quedado viuda. Debido al covidio mi marido desgraciadamente por ser mayor no pudo manejar y después de eso ya no quería salir de casa. Siempre estuve deprimido, triste y sin ánimos, pero todo cambió con la ayuda de mi sobrina Isabel, una chica de 19 años que me hizo volver a sentir placer y os voy a contar por qué.
Como he dicho, después de la muerte de mi marido ya no quería saber nada de tener relaciones ni de divertirme. Mi sobrina estaba preocupada, al igual que el resto de la familia, pero como siempre vivió con nosotros quiso ayudarme. Decidí quedarme aquí una semana durante las vacaciones. Y volvió a traer alegría, y la primera noche compró un buen vino y como hacía días que no bebía acabé muy borracho porque me emocioné demasiado.
Y ella tenía una segunda botella y bebimos y bebimos hasta que la segunda botella de vino se secó. En ese momento yo ya estaba muy borracho y empezamos a hablar de putas y de sexo. Y mi sobrina dijo que a veces le gustaba chupar coños y eso me ponía cachondo y no pude resistirme. De repente empezamos a intercambiar besos en la boca, yo estaba borracho y confieso que estaba bastante necesitado. Hacía meses que no sabía lo que era el sexo y cuando mi sobrina empezó a hablar sucio no pude resistirme.
Y ella me abrazaba y me quitaba la blusa y yo por ser una mujer muy hermosa y aún muy caliente dejaba a mi sobrina loca de calor. Entonces comenzó a chupar mis pechos que son grandes y redondos. Yo estaba muy excitado y le dije que continuara, la muy traviesa me tiró en el sofá y me quitó la falda, luego las bragas y quedé completamente desnudo para ella. Entonces esta hermosa joven comenzó a chupar mi coño dejándome mojado de lujuria. Me chupó y me puso cada vez más cachondo.
Después me pidió que me pusiera a cuatro patas, así que dejé que mi culo se inclinara y ella se acercó a lamerme el culo y empezó a meterme el dedo. Yo estaba locamente cachondo porque eran unas huellas digitales deliciosas y al mismo tiempo ella me estaba chupando y acabé corriéndome intensamente y mojando su cara. Al día siguiente me desperté muy extraño y muy avergonzado, pero confieso que me gustó mucho. Unos días después volvimos a tener sexo y esta vez ni siquiera bebimos.
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