Les voy a contar una historia que nos paso a mi y a mi familia durante esta pandemia. Con la llegada del covid mi mujer y yo nos quedamos sin trabajo. Teníamos una heladería en un centro comercial aquí en la capital y tuvimos que cerrar las puertas. Aguantamos un mes y luego la cosa se puso fea y llegó la crisis a nuestra casa. Y mi esposa se prostituyó para salvarnos.
Ella es una señora de 40 años pero todavía muy caliente. Mi esposa es entrenadora personal y por eso todavía está vomitada. Una preciosa morena de duros pechos y un perfecto culo enorme. Y efectivamente, muchos hombres y jóvenes querían tener al menos 10 minutos de sexo con mi maravillosa esposa.
Y como no conseguía ningún trabajo, mi mujer tuvo que hacerse puta. Así que tomó algunas fotos sexys y las publicó en un sitio web de prostitutas. En los primeros 20 minutos su whatsapp recibió un mensaje. Un viejo con dinero quería ofrecer buen dinero para follar a mi esposa.
Y preocupados por la seguridad de mi esposa, acordamos que los programas serían en nuestra casa. Me quedaría en la habitación de invitados monitoreando todo con las cámaras ocultas. Y mi esposa en nuestro dormitorio teniendo sexo con sus clientes. Y llegó el viejo lleno de dinero y ya le dio el dinero a mi mujer.
Fueron a la habitación y ahí empezó el show de las delicias de la morena traviesa. El viejo se tumbó en nuestra cama y se desnudó mientras mi esposa le hacía un buen striptease. Entonces ella, todavía medio tímida, empezó a frotar su culo en la cara del viejo bastardo. Y le chupa el culo y el coño.
Y curiosamente no estaba celoso, de hecho mi pene se puso bastante duro. Y descubrí que disfrutaba viendo a mi esposa follar con otros hombres. Aún más siendo pagado muy bien por ello. Y con cada sexo que tuvo me masturbé intensamente, monitoreando todo a través de las cámaras.
Llegó un punto en el que solo sentí placer como este, viéndola dar a otro hombre. Porque fue increíble ver a mi propia esposa siendo cogida por otra persona. Y vi en casa imágenes de lo caliente y traviesa que estaba en el momento de quejarse.
Y ella también se estaba divirtiendo mucho, siendo devorada por varios machos. Hubo un día que hasta pasó suruba y se la dio a los 3 a la vez. Ese día disfruté mucho también siguiendo todo.
Y nos divertimos haciéndolo, porque además de placentero, es muy rentable. Yo me emociono, mi esposa se emociona y el cliente se emociona. Y al final quedamos todos muy contentos. Quién sabe, tal vez algún día te encuentres con nosotros en Internet. Sigue más historias de mi esposa convertida en perra.
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