Mi nombre es Lorena, ya soy una madre de familia de 41 años. Mi marido trabaja todo el día y mis hijos también están todo el día en el colegio. Y paso las mañanas y las tardes solo en casa. Y tengo un pequeño secreto, para salir de la rutina y hacer las cosas nuevas y más agradables. De vez en cuando, y es sólo de vez en cuando, engaño a mi marido. Lo quiero pero como también ya es viejo el sexo ya no es como antes.
Y para salir de la rutina, a veces me gusta tener sexo con otras personas. Pero tienen que ser personas discretas que sepan guardar un secreto. Porque soy una madre de familia respetada en la sociedad. Y nadie puede descubrir que engaño a mi marido. Y un día terminé engañándolo con dos personas, jóvenes de 18 años que son los mejores amigos de mi hijo. Rodrigo y Juan, dos morenos buenorros que crecieron y me dejaron imaginando un montón de guarrerías.
Un día estaban aquí en casa con mi hijo y yo estaba en el dormitorio cambiándome de ropa. Me olvidé de cerrar la puerta y ellos pasaban por allí y me vieron desnudo al salir de la ducha e ir a cambiarme de ropa. Cuando miré a la puerta estaban los dos allí mirándome locos de lujuria. Cerré la puerta, pero seguí pensando en ese momento. Y todavía pensaba cómo sería agradable hacer un sexo intenso con estos dos niños traviesos.
Y estaba pensando cómo sería una mujer casada teniendo sexo con dos jóvenes y traviesos de gran polla. Y no podía quedarme sólo imaginando todo esto, tenía whatsapp de los dos y les envié una foto de mi coño para ellos. En pocos minutos los dos estaban en mi casa, estaban en el colegio y dijeron que lo estaban pasando mal y se fueron. Y teníamos que ser rápidos porque luego vendrían mi hijo y mi marido a comer.
Entonces llegaron los dos jóvenes y fuimos al salón donde ya me estaba desnudando y me estaban besando. Sacaron sus enormes pollas y yo las chupaba las dos sin parar. Eran dos penes muy grandes y deliciosos y los tenía en la boca. Después quise hacer algo que siempre había querido, una doble penetración. Y uno de ellos me penetraba amorosamente el culo mientras el otro, más travieso, me penetraba el coño.
Y yo era una mujer casada teniendo sexo con dos jóvenes traviesos. Y me penetraban sin adornos. Yo estaba a cuatro patas y mientras uno de ellos me penetraba por el culo el otro me metía su enorme polla en la boca. Y disfrutamos juntos en este sensacional puterío. Se fueron y 10 minutos más tarde llegó mi marido y se mostró un poco receloso porque todavía había olor a sexo en el ambiente. Y después de ese día estos dos bribones se convirtieron en mis amantes.
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