Penetré a la abuela de mi amigo durante la noche. Por el título de esta historia, ya sabes que hay muchas zorras por ahí. Así es, terminé teniendo sexo con una mujer de 65 años. Pero no es una vieja con todo caído, toda fea. Es una anciana flaca de grandes pechos y aún bien conservada de ser demasiado cuidadosa. Su nombre es María Guadalupe, es la abuela de mi mejor amigo Josué. Y les estaré contando todo acerca de esa noche aquí ahora.
Como el mejor amigo de Josué, suelo ir mucho a su casa. Y un día me invitó a ir a un asado en casa de sus abuelos. Acepté ir, nunca había estado allí y aún no conocía a sus abuelos. Al llegar allí me trataron muy bien, demasiado bien a decir verdad. En especial María Guadalupe, fue muy atenta conmigo. Pero ella seguía pasándome la mano, decía todo el tiempo que yo era fuerte y que yo era el amigo más guapo de Josué.
Tomé todo esto como una broma, pero con el tiempo se volvió un poco pesado. Porque un par de veces sin que nadie se diera cuenta me pasó la mano por el pene. Estábamos en la mesa bebiendo cerveza y hablando y la abuela de mi amigo se sentó a mi lado. Seguía pasando su mano por mi pene todo el tiempo, no podía cambiar de lugar porque había mucha gente en la mesa y los asientos estaban reservados. Así que tuve que aguantar a esta anciana pasando su mano sobre mi pene todo el tiempo.
Ya me estaba sintiendo incómodo y avergonzado, después de todo ella era la abuela de mi mejor amigo. Además, la anciana está casada, pero no respetaba a su marido y me tocaba el pene todo el tiempo. Increíblemente, comenzó a ponerse más y más duro. En un momento ella fue aún más lejos y metió su mano dentro de mis pantalones. Me acarició la polla durante unos 20 minutos sin pausa y terminé corriéndome. Esta vieja pervertida me emocionó mucho y por la noche visitó mi habitación.
Era de madrugada, yo estaba en la habitación de invitados y ella vino a despertarme. Se estaba quitando el camisón y vi esos hermosos pechos grandes, como tenía 65 años pensé que todo estaría abajo. Pero sus pechos eran muy sabrosos, la niña traviesa vino sentándose en mi regazo y pidiéndome que le chupara sus grandes pechos. Sacó mi pene y comenzó a sentarse lentamente encima de él. Estaba muy excitado por esta anciana traviesa sentada en mi polla. Se daba la vuelta y me besaba en la boca diciendo que hacía años que no engañaba a su marido.
Y yo estaba allí penetrando su coño y chupando sus pechos calientes. La puse a cuatro patas sobre la cama y fui penetrando su coño caliente con más fuerza. Ella gimió y pidió palmadas en el trasero y le di lo que quería. Mi polla entraba muy fuerte en su coño y la traviesa terminó disfrutando y casi se desmaya. Después de descansar un poco se sentó de nuevo en mi pene y me corrí en su coño. Luego se fue a dormir con su marido, al día siguiente me desperté lleno de vergüenza. Y así termino este día loco en el que terminé teniendo sexo con una mujer que tiene la edad suficiente para ser mi abuela.
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