Penetré el culo de la esposa del pastor de la iglesia. Sin duda fue un sexo muy sabroso e intenso el realizado con esta traviesa. Su nombre es Maria Joaquina, una morena de 47 años, pechos pequeños, culo muy grande. Lleva ropa larga, pero bien pegada al cuerpo y esto realza aún más el tamaño de su trasero, que es realmente maravilloso. Yo pertenezco a esta iglesia, mi nombre es Rafael y tengo 20 años.
Trabajo para Otavio que es el pastor de la iglesia donde asisto con mis padres. Tiene una tienda de biblias y religiosos en el centro y yo lo ayudo. Y por eso siempre veo a María Joaquina, siempre nos trae el almuerzo y el café. Después de casi 2 años trabajando con ellos, un día presencié una pelea intensa entre los dos aquí en la tienda. Y yo no podía dejar de escuchar, el problema era que María Joaquina pensaba que Octavio ya no la amaba.
Sin embargo, de hecho, Octavio ya no podía tener relaciones sexuales con la misma frecuencia que cuando era más joven. Después de presenciar esta pelea, mi jefe me dijo eso. Me pidió ayuda y le dije que no sabía cómo ayudarlo. Pero pasé los siguientes días pensando en lo insatisfecha que estaba María Joaquina con su marido y con muchas ganas de tener sexo. Un día no me pude resistir, Otavio se había ido a renovar el stock de la tienda y me quedé sola.
A la hora de comer María Joaquina vino a traer el almuerzo, cerró la tienda ese día mientras almorzábamos, para que los clientes no estorbaran. Y después de eso descansamos un poco para hacer la digestión. Fuimos a la oficina de Otavio al fondo, tiene un sofá muy cómodo y nos quedamos hablando hasta que me acerqué más y más a ella. No pude resistirme, intercambiamos miradas y terminé besándola en la boca.
A María Joaquina le gustó mi actitud y se sentó en mi regazo, levantó su falda larga y pude sostener su perfecto culo caliente. Se emocionó mucho cuando apreté su gran trasero con ambas manos. Yo estaba besando su boca y me sacó el pene. La mujer traviesa estaba locamente cachonda al ver su tamaño y estaba chupando sabroso, luego volvió a sentarse encima de él de nuevo y yo estaba penetrando con fuerza. Ella rodó sobre mi polla y besé su boca.
Luego se puso a cuatro patas y fui a penetrarle el coño, pero ella dijo que lo quería por el culo. Estaba sumamente excitado, escupí un poco en su culo para lubricarlo, luego con mucho cuidado penetré el culo de María Joaquina. Ella gemía sabroso y acariciaba su coño mientras mi pene estaba dentro de su culo. Terminé pasándolo bien y también hice disfrutar intensamente a Marina Joaquina. Fue un sexo muy placentero y después de ese día tuvimos que repetir esta experiencia varias veces.
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