Soy cura y no me pude resistir, tenía que follarme a una joven monja. Hoy ya no soy sacerdote, pero hasta hace unos meses lo era, tuve que dejar de ser sacerdote porque me enamoré de verdad de esta joven, de tan solo 20 años. Su nombre es Larissa, una hermosa joven de cabello negro, piel oscura, es hermosa, como una modelo y su cuerpo es el más perfecto que he visto. Preciosos pechos, muy grandes y duros, su culo perfecto, las curvas mas bonitas del mundo, estoy enamorado de ella. Esta joven era monja y siempre me ayudaba en la iglesia, yo era parte de una iglesia que estaba al lado de un convento de monjas.
Mi nombre es Manuel y cada día me acercaba más a esta joven. Sabía que estaba mal, esta tentación, y ella también. Y un día vino a confesarse conmigo como lo hacen todas las demás monjas. Pero ella me hizo una revelación que lo cambió todo. Me dijo que estaba enamorado de mí y que todas las noches se masturbaba pensando en mí. No pude decir nada más, estaba paralizado tratando de aceptar toda esa información.
Ella se fue y yo me senté allí pensando en todo. Estuve distraída todo el día y ni siquiera pude escuchar las confesiones de las otras monjas y frailes. Pero luego me sorprendieron en medio de la noche. Donde vivo es en el mismo lote que las monjas, pero en edificios separados. Y me sorprendió que la puerta de mi habitación se abriera durante la noche, cuando desperté, Larissa estaba entrando y estaba realmente asustada.
Me dijo que ya no podía controlarse y que necesitaba hacer esto. Le pedí que se fuera y fuera a su habitación, se levantó y se quitó la pijama, el camisón y la vi completamente desnuda. Cerré los ojos y comencé a orar, pero luego ella se vino desnuda y comenzó a abrazarme y no pude resistir más la tentación y terminé besándola, la primera vez que besaba a una mujer. Todavía era virgen y ella también, intercambiamos besos calientes y el clima se estaba calentando.
Estaba sin mi pijama y le mostré mi pene muy duro, entonces ella comenzó a chuparme y yo me excitaba más y más. Nunca había sentido algo así y fue una sensación tan deliciosa. Ella me estaba chupando y luego la tiré sobre la cama y comencé a besar y chupar su coño. Ella se retorcía en la cama mientras la chupaba intensamente y así la traviesa me dijo que quería mi pene en su coño.
Y por primera vez estaba penetrando un coño y estaba demasiado caliente. La estaba penetrando muy despacito y el travieso me besaba. Ella se sentó en mi pene y chupé sus pechos calientes mientras penetraba su coño con más fuerza. Salió un poco de sangre, pero a ella no le importó, me dijo que siguiera penetrando. Y así tuvimos orgasmos intensos toda la noche. Tratamos de mantener oculta nuestra relación, pero no hubo manera, terminé renunciando a ser sacerdote y ella renunciando a ser monja.
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