Soy gay y le pedí a mi empleado que me follara el culo. Como realmente necesitaba el trabajo, tenía que hacer lo que le pedí. Por supuesto que no fue gratis, le di $200 por este sexo caliente en mi oficina. Y estaba demasiado sabroso, el cabrón me dejó con el culo ardiendo y doliendo mucho. Quedé completamente satisfecho y creo que él también disfrutó de la experiencia. Así que fue un buen negocio entre yo y Juan, el hombre moreno de 24 años que trabaja aquí conmigo.
Mi nombre es Diego, soy dueño de una cafetería aquí en Cancún. Además de Juan, trabajan otras dos jóvenes, Rafaela y Paola. Son buenas en el trabajo, pero no tienen lo que yo quiero, porque me gustan los hombres. Soy abiertamente gay y recientemente me divorcié, descubrí que mi esposo me estaba engañando y decidí echarlo de la casa. Estaba muy triste y despues de un tiempo muy emocionada, eran 2 semanas sin tener sexo y tenia muchas ganas de follar.
Fue entonces cuando estaba mirando a Juan, es demasiado bueno, nuevo travieso. Un día lo llamé a mi oficina, las chicas ya se habían ido y le dije que esperara que tenía un gran problema que resolver y necesitaba su ayuda. Se sentó en la silla, en mi cafetería, al fondo está mi oficina. Una habitación cómoda con una mesa donde me quedo con mi ordenador, un minibar y un sofá donde suelo descansar a veces y dormir un poco.
Lo llevé al sofá, se sentó a mi lado aún sin entender nada. Entonces comencé a decir que me gustaba, que estaba soltera y que quería tener buen sexo con él. Y por eso le pagaría muy bien, le subirían el sueldo y cada mes empezaría a recibir más. Antes de que terminara de hablar, el joven bastardo ya estaba besándome en la boca y asfixiándome. Dijo que lo había hecho antes y que a los hombres como yo les gusta que los follen duro.
Me sorprendió su actitud, sacó su pene y comenzó a golpearme la cara. Luego tirando de mi cabello me puso a cuatro patas y me fue rasgando la ropa. Era muy agresivo y no podía decir nada, porque todavía estaba pensando si lo que estaba haciendo era bueno o malo. Nunca me habían tratado tan agresivamente en mi vida. Y cuando me quitó los pantalones, escupió en sus manos, me frotó el culo y me penetró el culo con fuerza.
En ese momento me empezó a gustar la forma en que lo estaba haciendo, también dijo que le gustaba el sexo salvaje. Y estaba penetrando con fuerza y golpeando mi culo, nunca antes había tenido sexo salvaje y estaba disfrutando de ser golpeado mientras su enorme pene entraba en mi culo con fuerza. El resultado de esto fue que terminé divirtiéndome y me dolía el culo. Pero el otro día quería más y ahora todos los días después del trabajo me levanta agresivamente y me folla duro el culo caliente.
Mi padrastro se emborrachó y quiso sentarse en mi polla y acabé dejándolo porque me ofreció un buen dinero por hacerlo. Me llamo Otavio, tengo sólo 19 años y te voy a contar por qué y cómo...
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