Vivo en un edificio muy grande pero como antes estaba muy gordo decidí por estas escaleras perder peso. Vivo en uno de los últimos pisos y decidí dejar de usar el ascensor, sólo las escaleras y así perdí peso muy rápido. Y desde entonces no uso el ascensor, y en el piso de al lado hay una mujer muy traviesa. Una deliciosa morena llamada Magda, está casada pero tiene fama de ser muy traviesa. Siempre dice que soy guapa, que estoy buena y un día me dio un beso en la boca en una fiesta.
A pesar de estar casada realmente quería tener sexo conmigo y me lo dijo varias veces. Y un día estaba subiendo las escaleras para ir a mi piso y esta chica traviesa estaba bajando. Dijo que también quería hacer algo de ejercicio. Nos cruzamos y, como casi nadie utiliza las escaleras, nos paramos a hablar y el ambiente terminó de calentarse entre nosotros. Estaba besando a esta perra casada y ella se estaba excitando mucho y pasaba su mano por mi polla. No pude resistirme, la saqué y se sorprendió, era mucho más grande que la de su cornudo marido.
Se sentó en uno de los escalones de la escalera y acercó mi polla a su boca y me hizo un sexo oral muy caliente y sabroso. Y cada vez estaba más excitado puede ganar una mamada y sabrosa como esta niña traviesa. Y no dejó de chupar ni un instante y me dejó muy satisfecho. Y quería más porque nadie iba a pasar por esa escalera. Y ese lugar era ideal para un sexo caliente con gente que no quiere ser descubierta por nadie y no quiere gastar dinero en motel.
La deliciosa morena estaba chupando voluntariamente mi pistola y tragándola entera. La llamaba bandida, le abofeteaba la cara y le decía que quería mucho más que una simple mamada. Y me dijo que me lo daría todo, que lo único que tenía que hacer era pedirlo. Y después de un sexo oral muy sabroso le dije que quería penetrar mi pene en su coño caliente. La chica traviesa estaba apoyada en la barandilla de la escalera y pegaba su gran culo perfectamente. Miró hacia atrás y me dijo que le penetrara el coño con fuerza como a ella le gustaba.
Y yo, todo excitado, colocaba tranquilamente mi pene dentro de su caliente coño. Ella gimió porque apreté su gran culo y la estaba penetrando con fuerza. Como dijo, lo estaba haciendo como a ella le gusta, tiré de su gran pelo liso y empecé a darle palmadas en el culo. Y diciéndole que galopara y la traviesa echaba el culo hacia atrás con fuerza y yo la penetraba sin florituras haciendo que la traviesa se excitara mucho.
Y tampoco pude soportarlo y le pedí que se sentara sobre mi polla. Y la deliciosa morena dijo que se sentaría muy a gusto en mi polla y que la dejaría muy despellejada. Me senté en uno de los peldaños de la escalera, abrí las piernas y la traviesa estaba sentada con el culo mirando hacia mi cara y no pude resistirme. Cuando ese gran culo empezó a sentarse en mi polla acabé disfrutando rápidamente en el coño de esta traviesa, después de eso las escaleras se convirtieron en nuestro lugar de placer.
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