Te vas a emocionar mucho con esta emotiva y muy emocionante historia que tuve con la niñera de mi hijo. Una hermosa jovencita rubia que me dio una maravillosa y caliente follada mientras mi esposa estaba en el trabajo. Por cierto, mi nombre es Julio y les voy a contar mi experiencia con un cabrón de 22 años.
Tuve que operarme de la rodilla y tuve que quedarme en casa durante 2 meses descansando para poder volver a trabajar. Y debido a este pequeño problema mi esposa que trabaja todo el día tuvo que conseguir una niñera para cuidar a nuestro hijo que solo tiene 3 años. Porque con mi rodilla recuperándose, no podía cuidarla por mucho tiempo.
Y mi mujer contrató a la hija del vecino, Manoela, de tan solo 22 años, que estaba desempleada y acabó aceptando este trabajo temporal durante 2 meses. Y en los primeros 2 días con ella aquí en casa logré sostener mi pene. Porque estaba locamente cachondo por esta deliciosa rubia.
Y al tercer día no pude evitarlo, ella vino en falda corta y terminé coqueteando con ella. Le dije que estaba muy buena y que tenía muchas ganas de follármela. Y si aceptaba le daría una buena cantidad de dinero como servicio extra. Como necesitaba urgentemente algo de dinero, acabó aceptándolo y ese día echamos un polvazo estupendo en el salón mientras mi hijo dormía y su mujer en el trabajo.
Y esta niña traviesa puso una canción muy emocionante y comenzó a hacer el espectáculo. Se quitó la blusa y me mostró sus hermosas tetas pequeñas y poco a poco fue quitándose la falda corta y mostrándome sus hermosas piernas y su perfecto trasero. Y cuando fui a agarrarla me dio una bofetada y me pidió el dinero.
Corrí a mi habitación a buscar el dinero porque mi pene ya estaba duro y listo para follar a esta jovencita. Y cuando llegué ella estaba desnuda en el salón acariciando su coño y llamándome para sexo caliente. Ya tenía una polla dura y agarré a esta chica rubia por el pelo y empujé con fuerza mi pene en su boquita. La joven casi se atragantó con la intensa alimentación que me dio.
Y fue una mamada muy agradable, le quité la boca de mi polla, le di una bofetada en la cara con mi pene y le dije que se acostara. Se acostó con sus suaves piernas bien abiertas y estaba recibiendo mucho pene en su coño. Esta rubia gemía suavemente para no despertar a mi hijo. Y yo con todo el poder penetrando su coñito caliente.
Esta perra ya fue a la alfombra y me dijo que la cogiera en el suelo. Estábamos jodidamente calientes de costado en el piso de la sala de estar sobre la alfombra mullida. Y el travieso gemido caliente en mi oído mientras penetraba su coño caliente. Ese día fue un polvo maravilloso. Se fue y al día siguiente estaba allí de nuevo, lástima que no tenía dinero para pagarle el servicio extra.
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