Dejo que mi travieso empleado me penetre por el culo

Dejo que mi travieso empleado me penetre por el culo. Me llamo Heloisa, tengo 39 años y debido al fallecimiento de mi padre he tenido que hacerme cargo de su empresa. No quería eso, pero era necesario, así que tuve que trabajar duro. Y después de un año de hacer funcionar la empresa de mi difunto padre, conocí a Luciano. Era un joven de 19 años que estaba haciendo prácticas allí y trabajaba en la oficina junto conmigo. Todos los días pasamos mucho tiempo juntos y empezamos a acercarnos. Como trabajaba mucho, acabé distanciándome de mi marido.

Y por culpa de este ajetreo diario mi marido acabó engañándome con una amiga suya. Esto me dejó desolado y fue entonces cuando Luciano entró en la historia. Ese día descubrí la traición mirando su móvil, fui a trabajar muy triste y Luciano vio que no estaba bien. Así que cuando estaba trasteando en mi ordenador haciendo una investigación se acercó por detrás de mí y empezó a masajearme los hombros. Me dijo que había notado que estaba triste y que quería ayudarme a relajarme. Y me estaba excitando mucho con esas fuertes manos sobre mis hombros.

Y su voz es muy gruesa y hablaba de una manera que me ponía la piel de gallina. Hasta que le cogí de las manos y me levanté y acabé besando la boca del joven. Lo deseaba mucho y empezó a agarrarme y a decirme que siempre quería besar mi boca y que siempre quería tener sexo conmigo. No me lo pensé dos veces, como soy el dueño de la empresa podía hacer lo que quisiera. Entonces le pedí que cerrara la puerta, la cerró y volvió y seguimos besándonos. En mi oficina hay un sofá y me llevó allí donde el clima se calentaba aún más.

Me abrí la camisa y le mostré mis grandes pechos. Me senté en el regazo de Luciano y empecé a frotar mis pechos contra su cara. En ese momento sentí su pene tocando mi culo y eso me puso aún más cachondo. Entonces me levanté la falda corta y él me arrancó las bragas, sacó su pene y empezó a meterlo dentro de mi coño. Me desgarraba todo el cuerpo porque su pene era realmente grande y grueso. Y ese joven travieso me estaba poniendo completamente cachonda, sobre todo porque hacía días que mi marido no me tocaba. Entonces empezó a besar mis pechos, mi boca y a penetrar mi coño.

Era la primera vez que hacía algo así, sexo en el trabajo, y confieso que fue muy sabroso. Después de sentarme me quité la ropa por completo y me puse a cuatro patas en el sofá. El joven se acercó y me metió su enorme polla en la boca y se la chupé muy a gusto. Su polla era tan grande que tenía que sujetarla con mis dos manos y la chupaba con fuerza de voluntad. Pero no pude tragar ni la mitad porque realmente era la polla más grande que había visto en mi vida.

Entonces sacó su polla de mi boca y empezó a meterla en mi coño. Estaba demasiado caliente, me daba palmadas en el culo muy despacio y yo me revolcaba sobre su enorme y deliciosa polla excitándolo cada vez más. Y entonces el joven travieso acabó corriéndose porque dijo que mi culo era muy sabroso y no pudo resistirse y tuvo que correrse. Me dejó el coño todo embadurnado de semen y después se puso la ropa. Pero le dije que no podía, porque yo también tenía que venir.

Así que me acosté en el sofá con las piernas abiertas y le dije que me chupara el coño. Y el joven estaba chupando sabroso y poco después le dije que me metiera su enorme polla en el coño otra vez. Me obedeció y empecé a acariciar mi coño mientras me penetraba de nuevo hasta hacerme gozar de lo lindo. Después de eso le dije que se fuera, y siempre que lo necesito llamo a otro empleado para que me dé gusto en mi oficina.