Estaba deseando encontrarme con mi amigo. Hacía meses que no nos veíamos, pero sentía que nuestra conexión tampoco había disminuido. Nuestra última vez juntas había sido sexo lésbico intenso y me había dejado llena de ganas de más.
Cuando la vi en la puerta, sentí que se me aceleraba el corazón. Estaba tan guapa como la recordaba. Me abrazó y me dio un beso cálido, largo e intenso. Sabía que había algo especial entre nosotros y me mareaba.
La cogí de la mano y la llevé a mi habitación. Me miró a los ojos y me dio otro beso mientras la guiaba. Cuando llegamos a mi habitación, nos quitamos la ropa a toda prisa y empezamos a explorarnos mutuamente. Me besó y acarició todo el cuerpo, excitándome cada vez más.
Me sentía tan unido a ella, como si nuestros cuerpos fueran uno solo. Nuestros besos eran calientes y profundos, y nuestras manos se movían con urgencia. El deseo era tan grande que no podía controlarme.
Me giré para que pudiera besarme mientras la penetraba con los dedos. Fue un momento tan intenso que casi me sentí envuelto en llamas. Ella gemía mientras la llevaba al éxtasis.
Me separé de ella un momento, pero me acercó y me besó con fuerza. Me puso a cuatro patas sobre la cama y empezó a lamerme y chuparme todo el cuerpo. Me estimulaba con tal intensidad que apenas podía respirar.
Me penetraba con los dedos y sus gemidos eran tan intensos que me volvían casi loco. Me estimuló y me dio placer como nadie lo había hecho antes. Me dejó en éxtasis y me sentí más vivo que nunca. El placer se intensificaba con cada caricia y no podía dejar de gemir.
Después de que me llevara al clímax, la deseé con tal intensidad que no pude contenerme. Me giré y la besé con fuerza y ella me devolvió el beso con la misma intensidad. Nuestros cuerpos se movían como si bailaran, y a cada momento me entregaba más.
Estaba tan excitado que mis gemidos eran cada vez más fuertes. Ella me besaba y al mismo tiempo me penetraba con sus dedos, llevándome a un éxtasis aún mayor. No sabía si lo que sentía era real o no, pero no podía controlarme.
Me hizo estallar en un orgasmo tan intenso que las sensaciones me invadieron por completo. Me abrí completamente a ella y me corrí con toda mi alma. Cuando ella también alcanzó el clímax, nos abrazamos con fuerza y sentí que estábamos más conectadas que nunca.
Cuando nos recuperamos del intenso sexo lésbico, nos abrazamos y caímos en un profundo sueño. Sabía que nada nos separaría jamás, pues lo que teníamos era algo especial. El intenso sexo lésbico con mi amiga me hizo sentir viva como nunca.
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