Hice un sabroso anal con un repartidor de pizzas que vino aquí a mi casa y me volvió loca de lujuria. Estaba muy emocionada porque mi esposo había viajado a visitar a su padre enfermo y me dejó aquí sola llena de ganas. Porque sabe que me encanta el sexo y necesito follar casi todos los días. Porque soy una bella mujer de 34 años que sigue encima de todo y con unas ganas de sexo enormes. Y un viernes por la noche pedí una pizza y cuando llegó era un motoboy delicioso, nunca había visto un repartidor de pizzas tan guapo como ese jovencito que solo tenía 20 años.
Y como la lujuria era más fuerte que yo, llamé al joven para que entrara y terminé seduciéndolo. Dije que iba a mi habitación a buscar el dinero y cuando regresé estaba desnudo y el repartidor tenía el pene duro al mismo tiempo. Y se vino pasando su mano por mi culo y por mis deliciosos pechos. Cuando le saqué la polla me asusté, era un pene negro muy grande de casi 25 centímetros. Era el pene más grande que había visto en toda mi vida y me moría por probarlo. Pero había un pequeño problema, no podía dejar que me follara el coño, porque lo tendría todo abierto y doloroso. Y el otro día iba a llegar mi marido y si no me acostaba con él el cornudo descubriría la traición.
Así que tuve que tener sexo anal con el repartidor de pizza, porque no iba a dejar que ese bastardo se marchara sin follarme. Y fui a mi habitación y conseguí un lubricante muy fuerte y fragante y le pedí al repartidor de pizzas que me lo pusiera en mi cuerpecito. Le dije que era su día de suerte, además de follar con una clienta todavía iba a tener sexo anal con ella. La traviesa estaba toda feliz y con el pene aún más duro. Y fue frotando lubricante en mi trasero dejándome todo manchado de aceite. Y le pedí que fuera muy lento, de lo contrario me rasparía el trasero y lo dejaría todo magullado.
El joven me agarró el culo con ambas manos y empezó a meter sus 25 centímetros de polla dentro de mi culo. No pude soportarlo y tuve que gritar muy fuerte y estoy seguro de que los vecinos escucharon todo. Y el joven fue poniendo todo hasta que logro despellejarme el culo y dejarlo muy lastimado con su pene gigantesco. Le pedí que me quitara un poco y me dejara solo la mitad porque nunca podría sostener 25 centímetros de pene dentro de mi culito que antes era apretado y ahora se estaba ensanchando mucho.
Y el niño travieso obedeció mi pedido y se quitó y se puso solo la mitad, emocionándome mucho. También había sacado mi vibrador para masturbarme el coño. Todo fue maravilloso, yo a cuatro patas en el sofá, pasándome el vibrador por el coño y el repartidor de pizzas penetrando mi culo caliente sin parar. Y así hice anal con el repartidor de pizzas que era el hombre con el pene más grande de todo Tijuana. Y él estaba en mi casa penetrándome el culo y haciéndome correrme bien caliente.
Decidí aventurarme más y sentarme en esa gran polla perfecta. Y fui muy despacio, solo sentándome en la cabeza de su pene, que ya era enorme y grueso. Y yo me balanceaba caliente y abofeteaba la cara del travieso repartidor que me llamó puta y me besó en la boca. No duro ni 2 minutos conmigo sentada en su polla y ya se llevo una buena corrida, ensuciándome todo el culo con leche. Y me corrí intensamente sentándome en su polla gigante. Se fue el cabrón y tuve que ponerme pomada porque me ardía mucho el culo. El otro día me costaba hasta caminar, pero el sexo anal con el repartidor de pizza que me abrió por la mitad fue muy agradable.
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