Até a la amiga de mi esposa y penetré su coño. Hoy quiero contarles una historia realmente loca sobre el día que tuve mi primer sexo salvaje con una mujer. Su nombre es Marcela, una morena muy linda que es la mejor amiga de mi esposa. Siempre he tenido un gran deseo de tener sexo con ella, y recientemente terminé de cumplir ese deseo. Si te gusta leer una buena historia de sexo salvaje con traición, lee todos los detalles de este sensacional día. Era la primera vez que lo hacía y estaba delicioso.
Mi nombre es Otavio, vivo en Guadalajara, tengo esposa e hijos. Yo trabajo como electricista y mi esposa es maestra, y juntos logramos llevar una vida muy cómoda. No somos ricos, pero tenemos todo lo que queremos. Pero hay cosas que ni el dinero puede comprar. Por ejemplo, siempre quise tener sexo con Marcela, pero ella es toda heterosexual y hasta la mejor amiga de mi esposa. Entonces, la probabilidad de que tenga sexo con esta mujer sería 0. Pero un día las cosas sucedieron un poco diferentes.
Me llamó para que fuera a su casa, la computadora no encendía y la necesitaba para trabajar. Fui rápido porque siempre he estado loco por esta mujer, comencé a mirar la computadora y ella estaba a mi lado. Así que no pude evitarlo y traté de besarla en la boca, ella me abofeteó y me llamó bastardo. Intenté besarla de nuevo y esta vez ella me dio un beso rápido y nuevamente me empujó. Pero luego me levanté y traté de besarla de nuevo.
Luego se alejó y me dijo que no me acercara a ella, mi polla ya estaba muy dura, me fastidió y ahora en ese momento ya no quería porque creo que se había arrepentido. Le pregunté por qué se rindió y me dijo que se acordaba de su amiga y que no quería traicionar su confianza, y aunque yo estaba muy caliente, no iba a hacer eso. Me volví aún más loco con la córnea, saqué una cuerda de mi bolso y le torcí el brazo, arrojé a la niña traviesa sobre la cama y le até las manos.
Se acostó con el culo en alto tratando de salir, saqué mi pene y le levanté el vestido corto que traía puesto. Y de repente mi pene comenzó a entrar en el coño de esa niña traviesa. El bandido dejó de retorcerse y comenzó a pensar que era agradable, porque mi pene es realmente grande y lo metía de buena gana dentro de su coño. Y todavía atada a la cuerda, gimió y dijo en voz alta que hacía demasiado calor. Como estábamos solos en su casa, aproveché y seguí penetrando.
La mejor amiga de mi esposa en ese momento me había mostrado su lado de puta que yo aún no conocía. Estaba acostada de lado y aún atada a la cuerda, estaba recibiendo más penes dentro de su coño. Estaba apretando sus pechos y ella gemía diciendo que estaba demasiado caliente. La traviesa terminó disfrutando mucho y me dijo que parara, pero seguí penetrando hasta burlarme de su coño. Luego la desaté, volví a arreglar su computadora y aun así dijo que no me pagaría. Y tuve que irme porque quería volver a tener sexo con ella.
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