Estaba deseando tener un encuentro íntimo con una masajista. Había oído hablar de los servicios eróticos que ofrecen, pero nunca los había probado. Así que decidí que había llegado el momento de aventurarme en esta nueva experiencia.
Fui al lugar que me indicó en nuestro primer contacto y encontré un ambiente acogedor y discreto. Todo en él me hizo relajarme de inmediato.
Mi masajista tenía un aspecto muy atractivo. Llevaba un conjunto que dejaba ver todas las curvas de su cuerpo. Me recibió con una sonrisa y enseguida sentí que estaba en buenas manos.
Empezó con un masaje muy suave, acariciándome con los dedos. No pude evitar sentirme excitado por el contacto. Sentí que me relajaba cada vez más a medida que me masajeaba todo el cuerpo.
Cuando llegó a mis hombros, empezó a darme pequeños besos en el cuello. Me sentía como en otro mundo. Mi polla ya estaba dura y ella empezó a masajear mi miembro con movimientos lentos y constantes.
Subió más y más y pronto me estaba besando. Nuestros labios se encontraron y nuestro beso se hizo cada vez más intenso. Empezó a chuparme y a masturbarme con la misma intensidad.
No pude contenerme más y me dijo que me tumbara. Se colocó encima de mí y empezó a cabalgarme, mientras yo sujetaba sus caderas para dar más fuerza a sus movimientos.
El calor de su cuerpo sobre el mío me volvía cada vez más loco. Empezó a gemir y pronto sentí que alcanzaba la cima del placer. Yo tampoco pude contenerme más y exploté en un orgasmo increíble.
Después de nuestro encuentro, todo mi cuerpo estaba relajado. No tenía ninguna duda de que el sexo con una masajista era una experiencia única e increíble. Me moría de ganas de repetir la experiencia.
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