Estaba tan nervioso que mis manos temblaban. Esta era mi primera vez experimentando con el sexo diro gay, y no sabía qué esperar. Llevaba días planeando este encuentro, y finalmente había llegado el momento.
Caminé por la calle, sintiendo el calor de la noche en mi piel. La oscuridad me invitaba a seguir adelante, como si me estuviera llamando. Me detuve frente a la puerta y toqué el timbre. Me abrió un hombre alto y apuesto. Sus ojos me miraron fijamente, y sentí una onda de calor entre nosotros.
Entramos juntos a una habitación amplia y cálida, iluminada por la luz de una lámpara. Él me invitó a sentarme y me ofreció una bebida. Acepté, y me sentí un poco más relajado.
Mientras bebíamos, nos miramos a los ojos y nos sonreímos. Él se acercó más y me besó suavemente. Sus labios eran suaves, y me sentí invadido por una sensación de calor. Su lengua se movía dentro de mi boca, explorando cada rincón con una sensualidad desbordante.
Me dejé llevar por el momento, y me desnudé. Él se quitó la ropa, revelando un cuerpo perfecto y tonificado. Su piel se veía brillante y suave, y yo no pude resistir la tentación de tocarla. Me acerqué a él y nuestros cuerpos se unieron, sintiendo la intensidad de nuestras pasiones.
Mientras nos besábamos, mis manos recorrieron su torso, sintiendo cada contorno de su cuerpo. Me acerqué más, y sentí su erección presionando contra mí. Mis dedos se enredaron en sus cabellos, y su lengua se abrió paso entre mis labios.
Nuestras lenguas se entrelazaron, lo que me hizo sentir una intensa excitación. Noté como mi miembro se endurecía. Él se bajó por mi cuerpo, y su lengua se deslizó por mi pecho, mientras sus manos acariciaban mis muslos. Me sentí transportado a otro mundo, y me entregué al placer que me estaba dando.
Mi respiración se aceleró, y él se detuvo para mirarme. Sus ojos me miraron profundamente, y me sentí profundamente conectado a él. Seguidamente, se acostó sobre mi y volvimos a besarnos. Sus manos me acariciaron el cuerpo, mientras su miembro se frotaba contra el mío, estimulándome cada vez más.
Deslizó su miembro dentro del mío, y sentí una explosión de placer. Sus movimientos eran lentos y profundos, y seguí sus ritmos. Estaba completamente perdido en él, y me dejé llevar por la ola de placer que nos envolvía.
Nuestros cuerpos se movían como uno solo, y nuestras respiraciones se mezclaron. Nuestros gemidos resonaban por la habitación, mientras nos entregábamos el uno al otro. Nuestras almas estaban unidas, y nuestros cuerpos se fundían.
Nuestro éxtasis llegó a su punto más alto, y entonces llegó el orgasmo. Nuestros cuerpos se estremecieron, y nuestras almas se fundieron en uno solo. Él cayó sobre mí, y nos quedamos abrazados.
Ese fue el mejor encuentro de sexo diro gay que he tenido. Mi cuerpo aún se estremece al recordarlo. Fue un encuentro inolvidable y una experiencia que jamás olvidaré.
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