Tuve sexo con la enfermera que cuidaba a mi abuela y disfruté del sabroso coño de esta traviesa morena. Me llamo Emilio, tengo 19 años y os voy a contar una historia que me ocurrió hace 2 semanas. Estoy viviendo durante un tiempo en casa de mi abuela, está enferma y tengo que ayudar a cuidarla. Y hace tres semanas llegó una enfermera para ayudarme. Se llama Alice, como mis padres trabajan mucho, me dejaron la responsabilidad de cuidar a mi abuela. Y yo sobre con la ayuda de Alice, la enfermera.
Es una morena de 34 años, muy guapa, y su culo es realmente caliente, grande y perfecto. No pude resistir su deseo, y una noche estábamos viendo la televisión. Mi abuela dormía en su sillón y Alice en el sofá, llevaba un vestido y no pude resistirme. Tenía el pene muy duro, decidí sacarlo y seguí masturbándome y agarrando las piernas de la enfermera. Se despertó y se asustó y le pedí que no gritara. Pero cuando vio el tamaño de mi pene empezó a agarrarlo y me estaba masturbando.
La traviesa enfermera comenzó a pasar su mano por mis piernas y a masturbar mi pene. Pero luego se detuvo, le pedí que continuara y me dijo que no haría nada gratis. Y que por algo de dinero podría ayudarme. Fui a mi habitación y cogí 100 dólares, se los puse en las manos toda contenta y la traviesa empezó a levantarse el vestido. Abrió las piernas y vi ese hermoso coño, luego tomó mi mano y me llevó a su habitación. Al llegar allí la safadinha ya se estaba quitando el vestido y mostrando su hermoso cuerpo. Pechos pequeños y redondos, se sentó en mi regazo llevando unas bonitas bragas negras y yo le cogía los pechos y veía como estaban duros. Los chupé dejando a la traviesa loca de lujuria.
Me pidió que me tumbara y empezó a besarme la boca, su largo pelo caía sobre mi cara y ella frotaba sus pechos contra mi boca. Yo estaba muy excitado y puse sus bragas en la esquina y penetré mi pene dentro de su coño caliente. Todavía estaba muy apretada, decía que el pene de su marido era muy pequeño y por eso no le dejaba el coño libre. Pero con mi pene entrando ella ya tenía su coño ardiendo y abierto. Pero estaba muy rico y pidió más. Y yo ponía mi pene con voluntad en este coño caliente. Entonces se puso a cuatro patas, sacó su gran culo y me dijo que la penetrara con fuerza.
Y yo le daba palmadas en el culo, le apretaba el culo y le rasgaba las braguitas. Puse mi dedo en su ano mientras mi polla entraba en su apretado coño. Ella se excitó mucho y mi pene entraba en ella cada vez con más fuerza, después se tumbó con el culo en alto y me dijo que me quedara encima y la penetrara por el ano. Y poco a poco fui metiendo mi pene en el culo de esta traviesa enfermera dejándola completamente excitada. La safadinha gemía y saboreaba y yo la penetraba sin florituras.
Entonces ella estaba acostado ladinho y pidió más polla en su culo caliente. Y él entraba dentro de su culo y ella pedía más. Empecé a tirarle del pelo y ella llamándome traviesa, disfrutó de lo lindo en el culo de esta traviesa y también tuvo un orgasmo muy bonito. Después de ese día todas las noches iba a mi habitación y yo le penetraba el coño y su culo caliente. Acabé gastando mucho dinero, incluso robé a mis padres para poder seguir teniendo sexo con esta chica traviesa. Y valió mucho la pena porque era realmente muy caliente y traviesa.
Le rendí homenaje a mis cuñadas y les diré que se emocionen mientras leen mi historia. Lo que te voy a contar ahora es seguramente el sueño de todo hombre. Ten un buen sexo con todo lo que tienes...
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