Tuve sexo lésbico con una joven sirvienta. Estaré revelando todo sobre ese maravilloso día que tuve sexo con una mujer casada. Ella nunca había tenido sexo lésbico en su vida y terminó disfrutando mucho de la experiencia y la entusiasmé mucho con todo. Mi nombre es Antonella, tengo 21 años y terminé pasándolo bien con Regina, una mujer de 43 años que trabaja aquí en casa ayudando con la limpieza y como cocinera.
Vivo en la parte alta de Guadalajara, mis padres son médicos y por eso tenemos una casa hermosa. Y como es bastante grande, hay dos mujeres que se encargan de la limpieza. Regina y Sandra, han estado trabajando aquí durante 2 años y cada día me emocionaba más por Regina. Soy lesbiana y me gusta mucho el coño, también tengo antojo de mujeres mayores. Y Regina me estaba excitando mucho porque estaba muy caliente.
A pesar de tener 43 años, estaba toda musculosa y caliente. No pasa un día sin ir al gimnasio a hacer ejercicio, y es por eso que tiene un buen culo grande y caliente. Nunca dije nada al respecto con Regina, siempre la respeté porque soy muy tímida. Pero no pude resistir más y un día terminé viéndola por el ojo de la cerradura de la puerta del baño. Ella estaba orinando y vi ese coño caliente y luego su culo gigante que me excitó tanto.
Un día Sandra no vino a trabajar porque estaba enferma. Me paso toda la tarde aquí en casa, estudio por la mañana y por la tarde estoy sola aquí estudiando. Ese día Regina estaba aquí, solo nosotros dos, y comencé a imaginar muchas cosas malas con ella. Así que decidí que iba a tener sexo con ella, me quité la ropa y la llamé a mi habitación. Entró y le dio vergüenza verme desnudo, me acerqué y le pregunté si quería ganar 250 dólares.
Ella se interesó y me preguntó cómo, la besé en la boca y le dije que si tenía sexo conmigo le daría ese dinero. Esta traviesa estaba muy contenta y dijo que lo aceptaría, así que se quitó la ropa y me puso cada vez más cachondo. Entonces comencé a chuparle el coño. La traviesa tumbada con las piernas abiertas y yo chupándole su delicioso coñito. Ella gimió intensamente y acarició sus pezones mientras yo chupaba y empujaba con fuerza mi dedo.
La sirvienta traviesa se puso a cuatro patas y me dijo que chupara mejor. Estaba lamiendo y metiendo mi dedo en su culo caliente haciendo que el travieso se excitara aún más. Para hacer este sexo aún más placentero, comencé a frotar mi coño contra el coño de Regina y así nos vinimos juntos. Fue sensacional, consiguió su dinero, pero al día siguiente quería follar, pero sin cobrar nada. Ella dijo que nunca había llegado tan caliente en toda su vida.
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