Vendí mi virginidad por un pasaporte a Estados Unidos. Tenía muchas ganas de irme a vivir a Miami con un amigo que ya ganaba mucho dinero allí. Ella trabajaba de niñera y en las noches tenía sexo, así es era prostituta, pero ganaba mucho dinero porque a los americanos les encantan las gringas mexicanas. Somos famosos por estar muy calientes durante el sexo y esto es realmente cierto.
El problema era que llegar a Estados Unidos de la manera correcta era demasiado costoso. Y no tuve el coraje de cruzar el desierto porque un amigo mío murió tratando de hacerlo. La única opción era ir en coche, pero sería muy caro porque necesitaría pasaporte. Mi nombre es Janaina y trabajé en México en una cafetería. Cuando trabajaba allí, mi jefe se llamaba Luiz y siempre quería tener sexo conmigo. Pero siempre me negué porque es muy feo.
Y yo era una joven virgen muy caliente y hermosa y eso enloquecía de lujuria y deseo a mi jefe. Pero un día insistió tanto que terminé tomando una acción inesperada. Dijo que yo era virgen, pero que estaba dispuesto a venderlo, y el precio era un pasaporte a Miami y otros 300 dólares. Inmediatamente dijo que era demasiado caro y que podía estar con mujeres más hermosas pagando mucho menos. Y dije que nunca tendrían lo que yo tenía que era la virginidad. Hasta ese momento nunca había tenido sexo con nadie.
Pero después de casi una semana volvió diciéndome que aceptaría mi propuesta. Le pregunté si me daría mi pasaporte y ya lo tenía en la mano. Como tenía copias de mi DNI, ya había iniciado el trámite, solo faltaría llevarme a la embajada para firmar papeles y tomarme fotos. Y me llevó e hicimos todo el proceso, cuando volvimos a la cafetería todavía me dio 300 dólares y dijo que quería su recompensa.
Así que el sábado, después de que todo esto terminó por él, me di una buena ducha, me vestí con ropa bonita y olía bien. Luego pasó por mi casa y me llevó a su casa. La esposa se había ido y tendríamos mucho tiempo a solas. Me puse nerviosa y me quité la ropa, luego me pidió que me acostara en la cama. Me acosté y empezó a chuparme el coño lentamente, acariciando mis pechos y sin dejar de meterme el dedo en el culo.
Entonces su polla comenzó a entrar lentamente en mi coño. Y fue la primera vez que tuve sexo y confieso que me dolió mucho, pero también me sentí bien con el tiempo. Después de acostarme, el bastardo me dijo que me sentara en su polla. Y me senté hasta que se corrió en mi coño, tenía que descansar un poco y al rato quería más. Me puse a cuatro patas y me estaba chupando el coño y en la secuencia penetrando su pene sin frescura. De esa manera se corrió de nuevo y no pudo más. Disfruté del sexo y días después me fui a Miami.
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