La lujuria por mi madre habló más fuerte y la penetré. Hoy quiero contar aquí una historia real de incesto hecha por mi y mi propia madre. Su nombre es Simone, tiene 51 años, porque mi padre tiene mucho dinero, mi madre puede cuidarse sola y aún a esa edad se ve mucho más joven. Como siempre va al gimnasio, a hacerse cirugías plásticas, es una madurita muy sexy, hasta parece actriz porno de lo caliente que está.
Y hace 2 años que ya no me puedo controlar y tengo deseo por mi propia madre. Claro que esto es totalmente erróneo, pero te garantizo que no tienes una madre así, todo perfecto. Ella es una rubia muy caliente que parece más una actriz porno. Y aunque mi padre está casado con una mujer hermosa, no tiene la energía suficiente para darle el placer que anhela. Pero lo hice, me sobraba energía y quería a mi madre porque ya no aguantaba más.
Entonces un día me puse muy cachondo, había ido a una fiesta y esa noche no me junté con ninguna mujer. En este caso, me fui a casa y cuando llegué mi madre estaba acostada en el sofá viendo una película y terminó quedándose dormida. Llevaba un camisón que me puso loca de calentón, ese día mi padre se había ido de viaje, así que solo estábamos mi madre y yo en casa. No me pude resistir, ella ahí tirada me conmovió demasiado y cuando vi ya estaba encima de ella.
Primero saqué mi pene y acaricié el hermoso cuerpo de mi madre. Estaba preparado para cualquier cosa en ese momento, estaba decidido a intentar tener sexo con ella. Así que me quité la ropa porque cuando despertó no había manera. Estuve frotando mi pene sobre ella hasta que la bella durmiente se despertó. Ella se estaba levantando y yo ya estaba sosteniendo sus brazos y besando su boca a la fuerza, ella tratando de salir y yo la estaba besando y frotando mi polla en ella.
Hasta que la volteé sobre su estómago y comencé a enterrar mi polla en su coño. Dejó de gritar y permaneció en silencio mientras empujaba con fuerza. Ni siquiera podía creer que realmente había hecho esta locura. Y yo estaba penetrando más y más fuerte, luego terminé corriéndome y me bajé. Me tomó por sorpresa, cuando salí y me senté en el sofá pensé que me iba a pegar o gritar y llamar a la policía. Pero se sentó a horcajadas sobre mi pene y dijo que tenía que ser difícil para ella usarlo.
Como tenía tantas ganas de sexo, iba a tener que tener sexo con ella toda la noche. Luego se puso duro de nuevo y esta vez mi mamá también lo quería. Y yo estaba penetrando su coño sin frescura, ella se sentó, se quedó de lado ya cuatro patas. Tuvimos sexo toda la noche en la sala y en tu cama. Fue maravilloso, pero el otro día se había arrepentido de lo que pasó. Nunca más tuve una oportunidad como esa, luego vine a los Estados Unidos a estudiar, pero ese día no lo puedo olvidar.
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