Nunca me había arriesgado a tener relaciones sexuales en el autobús. Me parecía un acto tan temerario y arriesgado que simplemente no tenía el valor de hacerlo. Pero cuando mi nuevo novio me invitó a participar en una aventura erótica en ese entorno, no pude resistirme.
Me sentía tan cachonda que, cuando subí al autobús, apenas podía pensar en otra cosa que no fuera sexo. El autobús estaba casi vacío, así que me sentí más cómoda para hacer lo que tenía en mente. Me senté junto a mi novio y comenzamos nuestra aventura erótica.
Empecé con un beso húmedo y caliente, deslizando mi lengua en la suya y saboreando su boca. Parecía disfrutar de mi iniciativa. Mientras nos besábamos, deslicé mis manos por todo su cuerpo, acariciando sus pectorales y deslizándolas hasta su hombro.
Cuando nos sentimos cómodos, mi novio empezó a tocarme también. Era muy intenso y agresivo, me acariciaba los pechos por encima de la blusa, deslizaba las manos por mi espalda y tiraba de mí para acercarme.
Cuando mi novio empezó a deslizar sus manos por mi espalda, supe que estábamos listos para dar el siguiente paso y empezar a tener sexo en el autobús. Con la libertad de nuestro espacio privado, abrí las piernas y le di pleno acceso a mi cuerpo.
Mi novio empezó a explorarme con las manos, acariciando mis piernas y mi intimidad. Me tocó con tanta sensibilidad y fuerza que sentí que me volvía loca. Me besaba mientras usaba su mano para acariciarme, llevándome a un placer indescriptible.
Nuestro sexo en el autobús se hacía más intenso por momentos. Mi novio me puso encima de él y empezó a penetrarme. Su excitación era palpable y la sensación de su cuerpo apretándose contra el mío me volvía casi loca.
Me besó con una pasión intensa y empezó a regalarme sus movimientos rítmicos. Me sentí tan cerca de alcanzar el orgasmo que mis gemidos de placer resonaron por todo el autobús. Mi novio me abrazaba con fuerza mientras yo me entregaba al placer.
Cuando por fin mi novio me llevó al clímax, yo estaba casi fuera de mí. Mi respiración era entrecortada y temblaba de placer. Mi novio me abrazó con fuerza, me besó con ternura y luego me ayudó a vestirme de nuevo.
A medida que el autobús se acercaba a nuestro destino, me sentía extasiada. Aquel momento quedaría grabado para siempre en mi memoria como una aventura erótica inolvidable. Nunca olvidaré el placer embriagador que sentí practicando sexo en el autobús.
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