A mi esposa le gusta follar a mis alumnos. Soy profesor de química, mi nombre es Jorge, estoy casado y vivo aquí en la Ciudad de México. Mi esposa Margaret y yo tenemos una relación abierta. Estamos casados, pero acepto que ella tenga sexo con otros hombres y ella acepta que yo tenga sexo con otras mujeres y hombres que también me gustan. Así no tenemos celos, peleas ni apropiaciones entre nosotros, somos libres y así vivimos bien.
Para mí este tipo de relación es genial y para ella también. Entonces llevamos una vida tranquila de esa manera y tengo un deseo sexual. Y mi esposa también comparte este deseo, a veces me gusta tener sexo con jóvenes fuertes y calientes. Tanto yo como mi mujer y de vez en cuando acabo llevándome a algún alumno a mi casa. De esa manera, tanto Margaret como yo tenemos sexo caliente e intenso con estos jóvenes.
Por supuesto, todo es muy confidencial porque, aunque vivimos en una ciudad enorme, debemos tener cuidado. Porque Margaret y yo somos maestras y necesitamos proteger nuestra integridad moral. Entonces, cada vez que hacemos estas locuras, todo está en nuestra casa y siempre es un secreto. Por eso me gustan los jóvenes pobres, así pago mucho dinero por su silencio, y los cabrones lo mantienen en secreto porque saben que mi mujer y yo siempre querremos repetir la dosis.
Pero hay un día que nunca olvidaré, el día que Mario vino a mi casa. Es un joven de 18 años al que doy clases. Alto a 1,80 de altura, también es fuerte y muy caliente. Un día le ofrecí $200 para ir a casa y follarnos a mi esposa y a mí. El cabrón aceptó y fue una experiencia increíble para todos nosotros y aquí les cuento un poco. Después de hacer el pago al día siguiente el joven se fue a nuestra casa, cuando llegó abrimos una champaña.
Quería vodka, abrí un vodka muy bueno y el joven se puso a beber. Sacó su pene, muy grande y todavía suave, luego mi esposa y yo comenzamos a chuparlo. Y la polla del joven Mario se hizo cada vez más grande, nos puso a mi esposa y a mí locamente cachondos y chupamos aún más. Después de eso, mi esposa se sentó en su pene y comenzó a moverse. Me encanta verla follar, me senté a mi lado viendo a Mario follarla.
La mujer traviesa se sentó sabrosa en su polla, y él la estaba besando en la boca. Estaba masturbándome viendo todo, entonces mi hermosa esposa se pone a cuatro patas y el joven comienza a penetrar su coño con más fuerza. Yo también me pongo a cuatro patas y él empieza a meterme el dedo en el culo. Yo me masturbaba mientras el metía su dedo en mi culo y penetraba su enorme pene en el coño de mi mujer. Todos lo pasamos bien y luego nos fuimos a duchar juntos. Realmente fue una tarde increíble la que tuvimos con este joven.
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