Estaba deseando que llegara la fiesta de esa noche. Sin embargo, no esperaba que esa noche ocurriera algo tan inesperado. Estábamos en la fiesta de mi mejor amiga y, nada más llegar, me sentí cómoda y relajada. Estaba charlando con algunas amigas cuando vi a un hombre que me llamó la atención. Era alto y guapo, y no pude evitar quedarme mirándole.
Fue entonces cuando se acercó a mí y me saludó. Empezamos a hablar y me sentí atraída por él al instante. Me dijo que se llamaba Paulo y que también estaba allí para celebrar el cumpleaños de mi amiga. En ese momento sentí que conectábamos y no pude resistir la tentación de acercarme a él.
Cuando me estaba acercando, me atrajo y me besó. Fue un beso increíble que me volvió loca. Quería más. Nos besamos con pasión y empecé a sentir que mi cuerpo se calentaba. Estaba tan excitada que apenas podía creer lo que estaba pasando.
Me llevó a una habitación vacía y empezamos a besarnos de nuevo. Sentía su cuerpo apretándose contra el mío y quería más. Él también parecía querer más, así que empezó a desabrocharme el vestido. Me estremecí de excitación mientras él seguía desabrochando cada botón.
Una vez desabrochada toda mi ropa, empezó a besarme en el cuello y los hombros. Gemí de placer mientras él seguía explorando mi cuerpo con los labios y la lengua. Luego bajó los labios hasta mis pechos y empezó a chupármelos.
No podía dejar de gemir y retorcerme de placer. Sabía exactamente lo que hacía y a mí me encantaba. Cuando terminó de chupármela empezó a desabrocharse los calzoncillos y me miró con deseo. Yo sabía lo que quería y también estaba demasiado caliente para resistirme.
Me colocó sobre la cama y empezó a besarme de nuevo. Mi cuerpo se estremecía con cada caricia y sentía que el deseo se extendía por todos mis miembros. Entonces empezó a penetrarme lentamente mientras me besaba.
Gemí de placer mientras me penetraba cada vez más profundamente. Sentía cada uno de sus movimientos y no podía evitar retorcerme de placer. Mientras tanto, él me besaba apasionadamente y me rodeaba con sus brazos. Nos movíamos en perfecta sincronía y supe que aquella noche sería inolvidable.
Al cabo de unos minutos, sentí que casi había llegado. Entonces aumentó la velocidad y empezó a follarme con más fuerza. Me estaba volviendo loca y gemía ruidosamente mientras él me follaba con tanta pasión.
Cuando por fin alcancé el clímax, grité de placer. Podía sentir a este hombre dentro de mí, y era la sensación más increíble que jamás había tenido. Cuando sintió mi orgasmo, se corrió también.
Después, nos tumbamos juntos en la cama y nos abrazamos. Podía sentir el calor de su cuerpo y los latidos de su corazón. Fue entonces cuando me di cuenta de que aquella noche había sido algo más que un simple polvo en la fiesta. Fue algo especial y algo que nunca olvidaré.
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