Acabé tirándome a la fuerza a mi hija pequeña porque estaba loco de lujuria y no pude resistir la tentación. Soy un hombre de 65 años que trabaja todo el día para mantener a mi esposa y mi hija que tiene 18 años y se ha convertido en una joven muy caliente y hermosa. Y eso realmente me estaba molestando, especialmente porque mi esposa es una vieja gorda que ya no me excita. Ahora mi hermosa hija me deja con un pene duro todos los días. Es una morena preciosa toda bronceada y bronceada porque le pago el gimnasio para que vaya todos los días y se ponga cada vez más caliente.
Y un día mi esposa tuvo que irse de viaje a visitar a su madre enferma y yo me quedé solo en casa con mi hermosa y deliciosa hija. Traté de controlarme lo más posible, después de todo ella es mi hija y no podía tener sexo con ella. Pero la zorra acabó pidiendo que la follaran. Fui a ver si quería almorzar y abrí la puerta de la habitación sin llamar y terminé recibiendo a mi hija desnuda cambiándose de ropa.
Cuando vi a esa chica blanca de pechos turgentes, culo grande y caliente, piernas tersas y rostro angelical. Era como si estuviera viendo los videos de xvideos que me gustan. Me volví loco y realmente terminé perdiendo completamente el control sobre mis acciones. Cuando lo vi, ya estaba cerrando la puerta del dormitorio y acercándome a mi propia hija.
Entonces mi niña trató de huir e incluso me dio un puñetazo en la cara cuando traté de agarrarla. Pero ella es flaca y solo tiene 19 años y yo sigo siendo muy fuerte, al menos más fuerte que ella. Y usé eso a mi favor, la abracé fuerte, la arrojé sobre la cama y subí las escaleras como un toro. Ya me desabroché el pantalón sacando mi pene y traté de besar su boca. Me escupió y hubo que abofetearla. Fue entonces cuando ella se quedó callada y me dejó hacer lo que yo quería.
Estaba besando esa carita y pasando mi pene en su cara. Le di una bofetada con mi polla en la cara y luego se la metí con fuerza en la boca y la obligué a chuparme la polla. Entonces ya la llevé a un lado y comencé a penetrar su delicioso coño con ganas.
Hasta que sucedió algo inesperado, después de penetrar ese coño durante unos 50 minutos con mucha fuerza, vi que ella gemía, no de dolor, sino de placer. Fue entonces cuando me puse aún más pesado y estaba empujando más fuerte y ella gimiendo deliciosamente y pidiendo más.
Ella también acabó perdiendo el control y se entregó al placer de recibir una polla muy gruesa en su coño. Y entré con la voluntad y dejándola toda mojada. En unos minutos más mi propia hija terminó disfrutándolo y luego me corrí mucho también.
Y unté ese coñito con esperma. Le acabó gustando porque los jóvenes nunca la pillaban así. Y finalmente, terminamos pasando todo el fin de semana teniendo sexo mientras su madre no estaba.
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