Por mil dólares me follé a 2 de los amigos de mi esposa. La pasamos bien y por supuesto estos dos estaban felices porque cada uno se fue con 500 dolares a cambio de buen sexo. Mi nombre es Matías, tengo 39 años y soy dueño de un snack bar aquí en el centro de Culiacán, y 2 chicas trabajan a mi lado. Una se llama Marta y la otra Rafaela, tienen 20 años cada una y llevan un tiempo trabajando aquí. Como soy un buen jefe, les gusta mucho trabajar aquí.
Y tengo que hacer una confesión antes de contar esta historia. No soy muy guapo, soy un tipo gordito que no tiene mucho éxito con las mujeres. Estoy casado, pero mi esposa no es la más hermosa y es demasiado gordita como yo. Y no puedo exigir que se ponga más delgada y más bonita ya que estoy en la misma situación. Tenía unas ganas inmensas de tener sexo caliente con mujeres calientes, pagué a varias prostitutas, pero no era lo mismo.
Quería mujeres que no fueran putas, pero como sé que no soy guapo, querrían algo a cambio. Fue entonces cuando me puse a pensar seriamente en Marta y Rafaela, ambas son jovencitas, guapas y yo estaba muy cachondo por las dos. Pero nunca tuve el coraje de tratar de tener nada con ninguno de ellos, como dije soy un tipo gordito que no es nada atractivo con las mujeres. Pero un día las ganas hablaron más fuerte y decidí armarme de valor y por supuesto, saqué mil dólares del banco escondido de mi esposa.
Y ese día al final de la experiencia les dije a mis empleados que esperaran que tenía algo importante que hablarles. Como ya éramos íntimos, me armé de valor y al final del día les ofrecí 500 dólares a cada uno de ellos y les dije que sería un bono si aceptaban esta oferta. A cambio del dinero tendrían sexo conmigo ese día, y solo sería ese día. Le expliqué que era un deseo sexual que tenía. Y para mi sorpresa aceptaron, dijeron que solo sería esa vez y querían el dinero por adelantado.
Le entregué el dinero a cada uno y los traviesos se lo quedaron, cerraron las puertas de la tienda y se acercaron sonrientes a mí. Dijeron que el dinero les vendría bien y empezaron a desabrocharme los pantalones. Me sacaron el pene y se arrodillaron, en ese momento comencé a recibir sexo oral de estas dos jóvenes. Fue la sensación más deliciosa de toda mi vida, esas dos chicas traviesas chupándome el pene juntas. Luego estaban desnudos y me asusté al ver esos cuerpecitos perfectos que me volvían loca.
Luego me pidieron que me sentara en una de las sillas, me senté y vinieron rodando sobre mi pene. Mientras una estaba sentada, la otra me besaba en la boca y frotaba sus senos en mi cara. Luego me acosté en el suelo de mi cafetería y una de ellas se vino sentándose sobre mi pene y la otra frotando su coño en mi boca. Y así fueron cambiando hasta que me corrí intensamente, no pude quedarme mucho tiempo, estaban muy sabrosos. Pero aguanté exactamente 24 minutos teniendo sexo con estas dos maravillosas jovencitas. Cumplí mi deseo y se quedaron con el dinero, un intercambio justo.
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