Soy cornudo y vi a mi mujer dándosela a otro. Cuando esto ocurrió, empecé a sentir una mezcla de sentimientos: excitación, celos, envidia y calentura, todo al mismo tiempo.
No tenía ni idea de que mi mujer me engañaba. Ella nunca me había hablado de ello y yo nunca había pensado en ello. Pero empezaba a sentir que algo estaba pasando.
Estaba en la cocina, preparando la cena, cuando oí gemidos procedentes de nuestro dormitorio. Me quedé inmóvil durante un segundo, tratando de entender lo que estaba pasando. Entonces me acerqué a la puerta para ver qué pasaba.
Cuando miré dentro de la habitación, vi a mi mujer tumbada en la cama, desnuda, con otro hombre encima. Se estaban besando y tocando con deseo. Mi mujer gemía y se retorcía de placer mientras el hombre le metía la polla.
Yo estaba paralizado, con sentimientos encontrados. No sabía qué hacer. Me excitaba lo que estaba viendo, pero también sentía celos y envidia del hombre que estaba con mi mujer. Quería estar en su lugar, pero al mismo tiempo disfrutaba viendo a mi mujer siendo tocada por otra persona.
Siguieron besándose y tocándose durante unos minutos hasta que empezaron a moverse más rápido. Mi mujer gemía cada vez más fuerte y el hombre enterraba su polla cada vez más dentro de ella.
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Seguí mirando, excitado y cachondo, como seguían follando. Pronto mi mujer empezó a gritar de placer y noté que agarraba con fuerza al hombre mientras se corría.
Entonces el hombre empezó a acelerar sus movimientos y pronto él también se corrió. Se desplomó sobre ella, respirando agitadamente. Permanecieron así unos minutos, besándose y tocándose con ternura.
Yo seguía de pie en la puerta, observándolo todo con excitación. Sentí que mi polla empezaba a ponerse dura mientras observaba a la pareja. Empecé a imaginar lo bueno que sería estar en el lugar del hombre, sintiendo a mi mujer abrazándome mientras la penetraba.
Entonces me di la vuelta, con la polla dura, y volví a la cocina para terminar de preparar la cena. Me invadían muchas emociones: celos, excitación, calentura y envidia. No sabía qué pensar de lo que había pasado.
Terminé de preparar la cena y volví a nuestra habitación. Cuando entré, vi que la pareja se estaba vistiendo. Me vieron y sonrieron, pareciendo un poco avergonzados. Les saludé y me senté en la cama a esperar a que terminaran de vestirse.
Luego salieron de la habitación, dejándome solo. Me tumbé en la cama, con la polla todavía dura, pensando en lo que acababa de pasar. Estaba excitado, pero también conmocionado por la traición de mi mujer.
Me di la vuelta y cerré los ojos, tratando de asimilar lo sucedido. Por fin comprendí por qué me había engañado: quería sentir el placer de estar con otra persona, y yo no había sido capaz de dárselo.
Suspiré y abracé mi almohada, sintiendo una mezcla de emoción y tristeza. Sabía que mi matrimonio cambiaría después de aquel día, pero estaba dispuesta a aceptarlo. Después de todo, soy un cornudo y vi a mi mujer dándosela a otro. Y admito que fue extremadamente excitante.
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