Tengo 100 dólares para follarme a mi gorda vecina. ¿Tendrías el coraje de penetrar a un gordo bastardo por 100 dólares? Terminé teniendo que hacer esto porque estaba corto de dinero. Mis amigos irían a un concierto de rock de la banda que más nos gusta. Pero no tenía dinero, necesitaba al menos el dinero de la entrada. Fue entonces cuando me acordé de la soñadora Isabel, una mujer de 43 años, gorda, casada y muy traviesa que no deja de querer follarme.
Pero como no es nada atractiva, no quiero tener nada que ver con ella. Ella es muy traviesa, incluso con su esposo alrededor, no deja de mirarme. Me molesta, pero la ignoro cada vez.
Un día me vio pasar por la calle y me ofreció llevarme en su coche. Terminé aceptándolo y me subí a su auto, y en todo momento la traviesa intentaba poner su mano en mi polla y hasta decía que me daría 100 dólares si tenía sexo caliente con ella.
Siempre me negué, pero ese día cuando estaba necesitado de dinero me acordé de este gordo bastardo. Tengo 19 años, trabajo en el mercado de mi tío y no me quiso prestar los 100 dólares. Ya había pedido varios adelantos y tendría que esperar hasta el día siguiente para recibir mi pago. Así que terminé cogiendo coraje y apenas salí del mercado de mi tío corrí a la casa de ese gordo bastardo. Tendría que ser rápido porque su marido no tardaría en llegar.
Llamé a su puerta y me abrió, estaba allí toda traviesa con un vestido, me sonrió y me llamó para que pasara. Le pregunté si tendría 100 dólares para prestarme, me miró toda feliz y dijo que me los daría, pero que yo tendría que dar algo a cambio. Le dije que ya sabía lo que ella quería, abrí la cremallera y me saqué el pene. La niña traviesa me miró, se acercó y me agarró el pene, luego me preguntó si podía hacerla correrse en 20 minutos.
Su marido saldría en media hora, así que tendría que darme prisa. Continuó diciendo que si la hacía venir en solo 15 minutos, me daría $100. Ya me he estado acercando y abofeteándola, la jalé del cabello y la obligué a arrodillarse. La gorda traviesa se puso de rodillas y empezó a chuparme el pene. Confieso que terminé excitándome mucho con este sabroso sexo oral, ella chupó intensamente y después se puso a cuatro patas sobre el sofá.
Le estaba dando fuertes palmadas en el culo y penetrando su coño caliente. Jalé su largo cabello y la estaba maldiciendo mientras la traviesa gemía intensamente diciendo que mi polla estaba demasiado caliente al entrar. Pidió golpear más fuerte y le dejé el culo todo marcado, hasta que gritó de lujuria y se corrió sabroso. Seguí penetrando y también me corrí en el coño de esa gorda traviesa. Después de ese día siempre voy a su casa porque me hizo mucha ilusión.
Esa fue la historia más loca que me ha pasado y la voy a contar toda aquí en este cuento erótico real. Recibí una mamada de mi compañera de trabajo y me corrí en su boca, y todo esto sucedió...
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