Te contaré cómo acabé haciendo sexo caliente con dos viejos pervertidos que me pagaron un buen dinero a cambio de placer. Soy Isabella, soy una deliciosa joven de sólo 19 años y en el edificio donde vivo hay dos hermanos solterones que viven juntos. Todos los días me llaman una hermosa joven y me dicen que si quiero me pueden dar mucho dinero. Nunca presté mucha atención a esto hasta que un día necesité dinero.
Como estudio aquí en la Ciudad de México y mis padres viven en un pueblo muy pobre cerca del Golfo, no puedo pedirles dinero. Y ese día ocurrió algo inesperado. Mi teléfono móvil se rompió y ya no se pudo reparar y tuve que comprar uno nuevo. Así que estuve pensando durante horas si aceptar el dinero de esos viejos bastardos. Porque seguramente con ese dinero podría comprar un flamante teléfono móvil y aún me sobraría algo de dinero.
Así que decidí bajar y llamar a la puerta de esos dos viejos bastardos. Y cuando abrieron la puerta se sorprendieron bastante. Entré y les pregunté si lo que me habían dicho era cierto. Y entraron, tardaron unos 5 minutos y cada uno entró con un pastel de dinero en la mano y lo puso a mi lado. Me dijeron que me darían todo ese dinero a cambio de un sexo muy salvaje y sabroso en el que disfrutarían mucho.
Y yo estaba muy nervioso porque estos dos granujillas sacaban sus enormes pollas y me ponían muy nervioso porque pensaba que eran pequeñas. Después de todo eran viejos bastardos así que pensé que no tendrían pollas tan grandes. Pero me sorprendí con estos dos y ya les agarraba la polla todo nervioso y les hacía caricias. Estaban muy excitados y me agarraban el pelo, la cara y me llamaban traviesa.
Y cada vez chupaba más esas dos enormes pollas dejando a los viejos cada vez más excitados. Después de chuparlas muy sabrosamente me quité la ropa muy lentamente. Los viejos se sentaron en el sofá y se masturbaron mientras yo me quitaba la camiseta y les enseñaba mis pequeños pechos. Entonces les mostré mi coño y empezaron a besarme y a pasar sus manos por mi cuerpo desnudo. Entonces me senté en la polla de uno de ellos y se volvió loco.
Después el otro se acercó tranquilamente y pasó su mano por mi culo y comenzó a penetrar mi ano. Y te confieso que lo estábamos pasando muy bien y me estaba empezando a poner cachondo. Eran viejos feos, pero tenían pollas enormes y eran buenos en el sexo. Y yo estaba siendo doblemente penetrado por estos dos viejos traviesos. Uno de ellos me penetraba por el culo mientras el otro me quemaba el coño. Y terminé corriéndome junto con estos bribones y luego pude comprar un nuevo teléfono móvil con el dinero que gané.
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