Tuve sexo con una rubia casada que es mi nueva vecina. En menos de una semana viviendo aquí al lado de mi casa esta chica traviesa no pudo resistirse y quiso tener sexo conmigo. Esa chica traviesa me puso loco de cachondo y tuve que follármela intensamente y ya os cuento como acabó siendo aquella tarde en la que me follé por primera vez a una mujer casada. Nunca antes había hecho eso porque no quiero problemas, ya que una mujer casada solo causa problemas.
Pero este era demasiado hermoso y no pude resistirme. Mi nombre es Omar, tengo 20 años y vivo en un pueblo de campo cerca de Guadalajara. Pero vayamos al grano, que son todos los detalles de un sexo muy sabroso con esta mujer traviesa y perfecta que me dejó muy excitado.
Su nombre es Bianca, rubia, de pechos bastante duros a pesar de tener 40 años. Su esposo trabaja en un banco y siempre está en movimiento, tienen un hijo y en la tarde Bianca se queda sola porque el hijo va a la escuela y su esposo trabaja. Ella cuida la casa, y qué casa, muy grande y hermosa. Empecé a verla bañarse en la piscina y un día me acabó viendo mirándola. El otro día ella se estaba bañando desnuda en la piscina y tuve que mirar a escondidas. Y vi que ella me deseaba, ya que soy un joven muy guapo.
Trabajo ayudando a mi mamá a vender pasteles, ella hace excelentes pasteles y los vendo por toda la ciudad. Y logramos ganar un buen dinero para vivir con estos ingresos de la venta de pasteles. Y una tarde doña Bianca llegó a la casa queriendo comprar un pastel. Lo vendimos y ella dijo que su casa tenía una huerta y unas hierbas que mi madre tenía muchas ganas. Me llamó para ir a buscarla y fui. Tomé las hierbas y ella me pidió que me sentara en el sofá y hablamos, ella comenzó a contarme sobre su vida y de repente se acercó a mí.
Dijo que era un chico guapo y vino pasando su mano por mi pecho y eso me volvió loca de lujuria. Ella me miró fijamente y dijo que tenía una hermosa boca llena y me dio un beso. Me quedé paralizado dejándola besarme, la niña traviesa se sentó en mi regazo y se quitó la blusa, y vi los hermosos senos que tiene. Realmente muy hermosas, grandes perfectas, las amamanté como un ternero. La tomé en mi regazo, saqué mi pene y comencé a penetrar su coño. Y todo esto estaba pasando en su sala, ya que estaba sola.
La niña traviesa fue al suelo, se acostó y me hizo una mamada primero mientras yo acariciaba sus hermosos pechos grandes. Después de eso, ella comenzó a sentarse en mi pene y rebotó más y más fuerte. No aguanté mucho tiempo con esta mujer madura sentada, me corrí intensamente. Tuve que tomarme un descanso, para que ella volviera a sentarse en mi pene y lo disfrutara. Regresé a mi casa y mi madre pensó que era extraño que estuviera tardando tanto y que estuviera todo despeinado. El otro día no me pude resistir, terminé yendo a la casa de esa niña traviesa y ahora siempre paso las tardes ahí con ella teniendo mucho sexo.
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