Mi esposa y yo tuvimos sexo con la jovencita caliente que vive al lado y fue muy caliente. Una experiencia maravillosa donde te estaré contando todos los detalles de este día único. Mi nombre es Michel, tengo 38 años y vivo en Tijuana, vivo con mi esposa Jessica, tenemos 10 años de casados y ya sabes, con el paso del tiempo a veces la relación se termina enfriando. Así el sexo ya no es como antes y esto pasaba entre nosotros.
Y mi esposa estaba viendo cuánto miraba a nuestro vecino. Una jovencita llamada Roberta, tiene 22 años, es guapa, una morena muy caliente, delgadita con unas tetas grandes perfectas, estaba muy pero que muy excitado con ella. Y mi mujer empezó a darse cuenta de eso, y hasta tuve que empezar a ocultarlo y dejar de mirar al vecino, pero fue difícil. Era tan hermosa que estaba realmente hipnotizado por esta hermosa joven sexy.
Y un día tuve una linda sorpresa, cuando llegué a casa del trabajo ella estaba en casa hablando con mi esposa. Y entré, la saludé y fui a darme una ducha. Cuando regresé, ella se había ido y mi esposa me preguntó si sentía algo por el vecino. En ese momento dije que no, pero ella sabía la verdad y dijo que no necesitaba mentirle. Terminamos discutiendo y al día siguiente fui a trabajar como siempre y cuando regresé me llevaba una grata sorpresa.
Cuando llegué a casa vi algo de ropa tirada en el suelo y me dirigí al dormitorio. Y cuando miré casi no lo creía, ahí estaban mi esposa y la hermosa vecina en la cama, las dos desnudas besándose. Mi esposa me miró y dijo que me estaban esperando. Sin entender nada, me senté en la cama y mi esposa ya me empezó a besar y dijo que era un regalo. Y que se suponía que nunca más le mentiría, y que ella sabía todo lo que hacía. Esa fue una clara advertencia de que no podía serle infiel, si eso pasaba ella se vengaría.
Recibí el mensaje y ella me dijo que disfrutara el presente. Y los estaba besando a los dos y me estaban sacando el pene. Fue la primera vez que dejé que dos mujeres me chuparan el pene. Estaba extremadamente emocionado y poco después mi esposa comenzó a besar a Roberta y luego este delicioso vecino comenzó a sentarse en mi pene. Mientras rodaba sobre mí, mi esposa besaba su boca y acariciaba sus grandes pechos. Luego fue mi turno para que mi esposa se sentara poniéndome locamente cachondo.
Entonces los dos estaban a cuatro patas intercambiando besos calientes y comencé a penetrarlos. Primero penetré a mi mujer y luego a Roberta, y en la vecina quise quedarme más tiempo y acabé penetrando con ganas hasta correrme en su coño. Y llegó la cuenta, mi esposa dijo que eran 200 dólares, me sorprendió pero tuve que pagar por la diversión que realmente valió la pena. Pero terminé cayendo en una trampa, pues después de este intenso sexo mi esposa dijo que le tocaba a ella cumplir su deseo sexual, ya que ella había cumplido el mío. Y luego vi en lo que me había metido, ella quería follar a mi amiga y tendría que dejarla.
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