Sexo con una hija virgen de 20 años, esta historia seguramente lo excitará. No es solo una historia de incesto, sino de un anciano que ama a su hija y le quita la virginidad. Y también una historia de la hija que quería convertirse en mujer y meterse un pene en el coño por primera vez. Y por eso, le encomendó esta misión a su padre, en lugar de a cualquiera como los jóvenes de su colegio. Así que prepárense que en estas próximas líneas les estaré contando esta hermosa experiencia con mi hermosa hija Nicole.
Nicole es la rubia más hermosa de Guadalajara, al menos para mí. Parecía a su madre, preciosa rubia, de pechos perfectos y un culo maravilloso, muy grande que deja enamorado a cualquiera. Mi esposa terminó divorciándose y se mudó con su jefe. Esto enfureció a mi hija y optó por quedarse conmigo en lugar de la madre que me engañaba con su propio jefe. Esto ya tiene 4 años y desde entonces solo mi hija y yo vivimos juntas.
Y vi que después de los 18 años mi hija empezó a ser demasiado cuidadosa conmigo. Empezó a estar celosa de mis nuevas novias, así que no he podido conocer a otras mujeres desde entonces. Porque todos fueron malos para mi hija y nunca pudieron pasar mucho tiempo con Nicole. Siempre se peleaban y como no le dije nada a Nicole me dejaron. Empecé a darme cuenta de esto después de que la última novia me dijo que tuviera cuidado de que mi hija me deseara.
He estado pensando esto durante días, ¿mi propia hija sintiendo deseo sexual por mí? No podía creerlo, pero después de ese día comencé a prestar más atención. La forma en que me miraba era diferente, la forma en que me tocaba, me acariciaba. La forma en que me abrazó fue más fuerte y me di cuenta de que realmente se estaba emocionando por mí. Empecé a investigar casos similares en Internet y vi que esto era común. Así que decidí tirar las cartas sobre la mesa y llamé a mi hija. Y me confesó que tenía lujuria por mí.
Me quedé allí sin saber qué decirle, y al ver a esta hermosa joven frente a mí, la erección se hizo más fuerte y terminé besando a mi hija. Se entregó por completo y ya se estaba quitando la ropa y yo no podía parar. Le estaba chupando los pechos, le chupé el coño intensamente y cuando le puse el pene me dijo que era virgen. Entonces paré y dije que no iba a seguir, pero ella insistió, me rogó que siguiera y yo tenía que hacer lo que ella quería. Y con mimo y cariño comencé a penetrar el coño de mi hija virgen.
Ella tumbada con las piernas abiertas y yo sujetando sus suaves piernas y penetrando su prieto coñito. Gimió de lujuria, cerró los ojos y dijo que era el mejor sentimiento del mundo y que tenía que estar de acuerdo con ella. A la traviesa le gustó tanto que dijo que quería sentarse, yo me acosté y ella comenzó a rodar lentamente sobre mi pene. Disfrutamos intensamente y ese mismo día antes de irnos a dormir tuvimos más sexo delicioso. En su cama, en el baño y ahora siempre estamos teniendo sexo en cualquier habitación de la casa.
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