Dejé que la joven masajista me follara el culo y se sintió tan bien. Quiero contarte todo sobre el día que tuve sexo con una masajista del spa. Mi nombre es Karen, tengo 32 años, estoy casada con un esposo hermoso y perfecto. El único problema es que últimamente ha estado trabajando mucho. Su padre falleció y ahora dirige la empresa que dejó su padre. Así se le acaba el tiempo, siempre llega cansado a casa y me deja insatisfecha todas las noches.
Antes siempre llegaba a casa lleno de energía y me follaba intensamente. Principalmente mi culo, me encanta recibir pene en el culo, soy adicta al sexo anal. Pero estaba fallando en hacer todo eso porque mi esposo estaba demasiado cansado todo el tiempo. Entiendo que es por la empresa, ni siquiera lo había pedido, pero no podía eludir sus responsabilidades. El caso es que me gusta mucho el sexo, y pasar días sin sexo me estresaba y me entristecía mucho.
Entonces mi esposo me dijo que fuera a un spa para poder relajarse un poco. Y decidí ir, fui a un spa de lujo muy lindo donde pude relajarme un poco. Y me di un baño relajante, comí un gran lujo, me di un chapuzón en la piscina, hablé durante horas y bebí champán con mis amigas. Y al final iba a haber un masaje relajante, así que entré en la sala de masajes y me desnudé. Me acosté en la camilla de masajes y puse una toalla sobre mis pechos y parte de mi coño.
Luego entra un hombre moreno y caliente, el más hermoso que he visto en mi vida. Fabricio, un masajista perfecto que me dejo relajada y excitada con su masaje especial. Comenzó frotando aceite de masaje por todo mi cuerpo y movió esas manos fuertes sobre mí. Me estaba poniendo muy caliente y no pude resistir. Empecé a hablar con una voz traviesa de que sus manos estaban demasiado calientes y eso también estaba excitando al bastardo. Me quité la toalla y le pedí que me masajeara los senos.
Y el travieso tomó mis senos y bajó su mano hasta llegar a mi coño donde comenzó a masajear. Me puse locamente cachonda y le pedí que penetrara su pene dentro de mi coño. El cabrón tomó su enorme polla dejándome impresionada, era muy grande y sabrosa, abrí mis piernas y comenzó a penetrar mi coño. Hacía demasiado calor este bastardo poniendo su enorme pene en mi coño. Yo estaba acariciando mis pechos mientras él me penetraba con mucha fuerza.
La erección era tan grande que quería sentarme en el pene del bastardo. Se acostó, frotó más aceite de masaje en su pene y me senté salvajemente sobre este bastardo. Estaba muy emocionada y me contoneaba mientras él sujetaba mi trasero. Acabé teniendo el mejor orgasmo de mi vida, disfruté follando con esta preciosa masajista. Después de ese día siempre que quería tener sexo en vez de llamar al marido iba al spa a follarme al masajista.
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